Medio siglo de historias vividas en La Minero. Origen y demandas del poblado

El nacimiento del poblado de La Minero tiene mucho que ver con la nueva iglesia de San Pedro y las casas fueron construidas para albergar a los trabajadores de MSP, que pagaban un alquiler de entre 60 y 125 pesetas.

25 de Diciembre de 2013
Actualizado: 09 de Marzo de 2015 a las 19:52
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La construcción del poblado de La Minero tiene mucho que ver con la nueva iglesia de San Pedro, y es que, una de las condiciones impuestas por el Instituto Nacional de la Vivienda –que financió la construcción de la nueva iglesia de San Pedro- para construir el templo, era que el proyecto religioso incluyera la construcción de 500 viviendas y de un colegio (el CEIP Valentín García Yebra).

 Las viviendas fueron construidas para albergar a los trabajadores de la MSP, que pagaban un alquiler de entre 60 y 125 pesetas. Nace así, el poblado de La Minero en el año 1958. El 1 de mayo de ese año, es el ya fallecido Adolfo Santín García el primero en ocuparlas.

Pero para conocer más detalladamente lo sucedido, el historiador Vicente Fernández Vázquez señala en su libro ‘Ponferrada Artística y Monumental’ que el poblado se construyó junto al Parque del Temple por varias razones.

En un principio, se pensó que las viviendas se edificaran en el barrio de Navaliegos, pero tal y como apunta el historiador, “la falta de alcantarillado aumentaría los gastos, razón por la cual se desechó”. Tras esto, la nueva ubicación sería el por entonces llamado ‘Camino Negro’ (El Toralín) y cuyos terrenos pertenecían a la propia Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). Concretamente, su propietario era Marcelo Jorissen Braecke ‘El Belga’, quien se negó a ceder los terrenos argumentando que “tenían un gran futuro”. A cambio, Marcelo Jorissen ofrece otros en el barrio de Flores del Sil, donde finalmente, se construirían las casas.

Testigo directo

20131225_098 Miguel Zamora Rubio con una foto en la que aparece cuando era trabajador de la MSP

Uno de los trabajadores de la MSP fue Miguel Zamora Rubio, que dedicó 37 años de su vida a trabajar limpiando las vías para su conservación. A sus 85 años, éste andaluz de Navas de San Juan recuerda que “el trabajo se hacía con la máquina, la pala o a mano y también se usaba la sal”.

De aquella, el sueldo medio de un trabajador como Miguel eran 414 pesetas al mes. “Lo recuerdo muy mal, era un trabajo muy duro”, matiza. De hecho, “una vez estuvimos trabajando 12 horas seguidas y pasaba una señora vendiendo cerezas a dos pesetas y mis niñas lloraban porque querían cerezas y como se ganaba muy poco, no pude comprárselas”, se lamenta.

Carboneras de algunas de las casas de La Minero Carboneras de algunas de las casas de La Minero

De acuerdo con las dimensiones del piso, explica Zamora, “lo mínimo a pagar, me parece que eran 60 pesetas y los había de 120 y 125 pesetas. Se construyeron aquí 394 viviendas” y entre los vecinos surgieron algunas riñas por las carboneras. Tal y como cuenta Miguel, “yo no tengo carbonera y a los que no teníamos, nos dieron un hueco debajo de la escalera” del edificio.

Prosigue contando su historia y hace referencia a los años de su juventud. “Eran muy difíciles para hacer frente a la vida pero muy alegres. Tenía una camisa solamente y un pantalón. Se pasaba mucho frío y abusaban mucho de nosotros, como hoy en día, nos explotaban”, asevera.
Cuenta que “hasta hubo un jefe de vías que se cagó en la madre que nos parió. Fue un domingo en un tren de trabajo porque llovía mucho y queríamos retirarnos y empezó a tirarnos piedras. Se llamaba Víctor Losada Magadán y era el señor sobrestante”.

“Trabajar en La Minero Siderúrgica, sobre todo en la vía, y el resto igual, era como la Inquisición, una esclavitud grande, éramos esclavos del capital de la empresa, del capitalismo”, añade.

De igual forma, Miguel muestra su disgusto cuando “para hacerle un homenaje a D. José Antonio Aguirre (Director general del Consejo de Administración de MSP y padre de Esperanza Aguirre), nos descontaron 10 pesetas del sueldo del mes para darle una medalla”, aunque de todos modos, se muestra agradecido a la empresa “porque por lo menos, teníamos trabajo fijo y eran muy formales a la hora de pagar, pero de lo demás, nada”.

Hoy por hoy, un barrio que pide mayor cuidado

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“Esto ya no es un barrio de gente muy alegre y trabajadora, ahora es un barrio de mucho cuidado, muy peligroso. Aquí, hoy hay de todo y la vida se ha puesto muy mal”, dice.

En cuanto a las casas, éstas carecían de calefacción. “Nosotros la tenemos porque la pagamos. Aquí había una cocina de carbón que algunos teníamos que pagarla y a otros, se la daban, a los que trabajaban en el lavadero. Nosotros tuvimos unos años que lo quitaron y luego, como cambiaban las leyes como se hace hoy, vino el ministro de Trabajo, Fermín Sanz-Orrio, y nos quitó todos los beneficios de especies –carbón, las pagas que nos daban…todo-”, concluye puntualizando.

Y es él uno de los más claros ejemplos de los que se convirtieron en trabajadores de la MSP, y que corrobora las investigaciones de Fernández Vázquez, que cuenta que “la mayor parte de estos trabajadores eran andaluces, especialmente de las localidades jienenses de las Navas de San Juan y Beas de Segura, aunque también los había de Galicia, de la Cabrera y del Bierzo”.

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