La idea para esta segunda intervención, que tendría lugar a lo largo de 2016, es repetir el plan de colaboración entre el sector público y los inversores privados que permitió las primeras actuaciones en el castillo, en 2014. “Entonces se consolidó en la medida que se pudo”, explica la alcaldesa, que recuerda que la implicación e inversión de particulares es básica para que la Junta dé el visto bueno al proyecto. “Tenemos de nuestra parte a la asociación”, recuerda en ese sentido González Santín, en referencia a Promonumenta, la asociación que ha capitaneado la recuperación de la fortaleza.
Las labores de este domingo, impulsadas por la Asociación de Amigos del Patrimonio Cultural Promonumenta, tendrán que ver con el desbroce de maleza en el entorno de la fortaleza. La jornada de limpieza se completará con la toma de datos de problemas surgidos en el edificio tras la reparación de urgencia efectuada el año pasado, bajo la supervisión del arquitecto municipal Jesús Carlos Martínez García. “Existen grietas y fisuras que pueden llevar a que se siga degradando y queremos reconocer todos los elementos susceptibles de arreglo”, admite González Santín.
El castillo de Sarracín es una fortaleza del siglo IX, declarada Bien de Interés Cultural, y forma parte de la lista roja de patrimonio en peligro realizada por la asociación Hispania Nostra. A finales de mayo del año pasado arrancaron las obras urgentes de consolidación y saneamiento de la fortaleza, que contaron con una inversión de 51.580 euros, aportados en su mayor parte por la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León (45.000 euros) y en menor medida por el Grupo Valcarce de gasolineras. La inversión sirvió para que la fortaleza recuperase su cota original con la retirada de hasta dos metros de escombros para sacar a la luz doce saeteras que permitían la defensa de los muros, y estancias interiores como el aljibe que abastecía de agua al recinto.
El proyecto intervino en la torre norte y en la torre sureste o del homenaje, completando la fábrica en puntos necesarios para garantizar su estabilidad. También se procedió a actuar en su perímetro superior de tal forma que se facilita la evacuación de aguas. Otros trabajos han permitido colocar dinteles en sus puertas, acondicionar el recinto amurallado de 900 metros cuadrados de superficie, el camino de acceso al castillo, instalar un grifo de agua corriente en el exterior, e instalar una puerta enrejada para controlar la entrada a la fortaleza.
Paralelamente a las obras, la empresa leonesa Talactor realizó un control arqueológico de todos los restos encontrados durante los trabajos de desescombro, que sacaron a la luz restos de cerámica, alguna hebilla, puntas y hasta lo que parece la hoja de una daga.