Y la Cruz de Peñalba regresó al Bierzo…

La asociación de vecinos ‘Valle del Silencio’ recreó este sábado la entrega de esta joya mozárabe del rey de León, Ramiro II, al por aquel entonces monasterio en el siglo X

01 de Agosto de 2015
Actualizado: 24 de Agosto de 2015 a las 08:46
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La asociación de vecinos ‘Valle del Silencio’ recreó este sábado la entrega de esta joya mozárabe del rey de León, Ramiro II, al por aquel entonces monasterio en el siglo X

La Cruz de Peñalba regresó hoy a su pueblo como lo hiciera por primera vez hace ya más de mil años, de la mano del rey leonés Ramiro II y como regalo a San Genadio por la ayuda prestada en la batalla de Simancas (año 939). Los vecinos de este recóndito y bello rincón de la Tebaida berciana dieron vida a los personajes de ese importante episodio de su historia en una recreación con la que pretenden poner en valor su relevante pasado.

San Genadio fue un consejero real, obispo de Astorga y una persona decisiva en la fundación de los monasterios que marcan el carácter de esta zona del Bierzo. Aún hoy puede visitarse la cueva (a unos minutos andando desde Peñalba de Santiago) donde cuenta la historia que se retiró y vivió como un eremita, un asceta.

Las calles empedradas y las típicas casas con corredor de madera y tejado de pizarra del pueblo volvieron a engalanarse para retroceder hasta el siglo X. Un viaje en el tiempo que comenzó con la hipnótica voz de un fraile que adoctrina a sus novicios y les explica los importantes hechos que allí ocurrieron. "Fue el 11 de abril del año 940 cuando el rey de León Ramiro II formalizó un documento por el que entregaba una iglesia, cerca de Astorga, al monasterio de Santiago de Peñalba, creen algunos que fue en esa misma fecha cuando el rey hizo también donación de la famosa Cruz de Peñalba".

El monje también explicó que, entre los miembros que acudieron a Peñalba ese día, se encontraba también el obispo de Astorga, Salomón, responsable de ordenar construir la iglesia del monasterio y principal joya del arte mozárabe, que se concluyó en el año 937 para acoger los restos de San Genadio, fallecido un año antes. “Los hechos bien pudieron haber acontecido así…”, concluyó el fraile, para dar paso a una primera comitiva formada por las altas jerarquías eclesiásticas del Reino de León. Acompañados por cantos mozárabes, llegaron a las puertas del templo para recibir al rey y a su séquito real.