"La cuestión es por qué el Consejo Regulador no controla toda esa producción, por qué las bodegas no etiquetan toda esa producción como vino de calidad, y por qué no tenemos en el mercado, metido en una botella, 18 millones de litros de vino cada año", dice el secretario provincial de Asaja, que compara las pérdidas de "auténtica ruina" de la DO Tierra de León con la "multiplicación de los panes y los peces" en la DO Bierzo con una merma "asumible".
Asaja hace una llamada a la reflexión al aportar algunas cifras. "Si damos por bueno", dice, "que el Consejo Regulador tiene inscritas 3.000 hectáreas (se supone entonces que hay alguna más), y una hectárea en el Bierzo, en años normales, produce no menos de 8.000 kilos de uva (creo que he sido muy prudente con la cifra), la producción normal en la zona de influencia de la denominación es de 24.000 toneladas de uva anuales. Más o menos, unas pérdidas del 60 por ciento nos llevan a esa cifra oficial del Consejo de 9.000 toneladas recolectadas. Esta es la cifra real, unas pérdidas superiores al 60 por ciento sobre una producción normal de 24.000 toneladas de uva que cada año se recogen en el Bierzo".
En las circunstancias actuales, con un mejor precio por la escasez de producto, Asaja advierte de que la "fuga de uva" a otras zonas como Galicia "ha sido testimonial". "Y también, hay que decirlo, muchos años una parte de la producción se queda en la planta por causa de la botritis, mientras este año se ha aprovechado hasta el último racimo debido a una climatología seca que ha llevado a la buena sanidad de la plata y del fruto", añade Turrado.
"Me alegro", concluye el líder provincial de Asaja, "de que la D.O. haya recogido uva suficiente para esos ocho o nueve millones de botellas que vende al año, y que las bodegas puedan atender a sus clientes. Los proveedores, los viticultores, están hundidos moral y económicamente porque no han sacado un duro, es más, se han empeñado, y ni el mejor precio ni las falsas ayudas de la Junta de Castilla y León, le van a servir para afrontar todo un año que queda por delante hasta la siguiente vendimia. Será buen año para las bodegas, y quizás para el Consejo Regulador, pero para los viticultores ha sido una catástrofe, diga lo que diga la oficialidad.