De la ceniza al tartán: la larga carrera hacia la meta del éxito del atletismo berciano

El Club Atletismo Endesa fue un vivero de deportistas polivalentes moldeados por el entrenador José Arroyo, el origen de una historia exitosa que llega hasta la actualidad con los logros de Nuria Lugueros, Sabina Asenjo y Saúl Ordóñez

21 de Junio de 2018
Actualizado: 10 de Noviembre de 2018 a las 12:35
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IMG_8623 De izquierda a derecha, Lourdes Liquete, Raquel Arias, José Luis Domínguez Sevillano 'Joe', Virginio Martínez, José Manuel Trabado, Emilio Méndez y Lourdes Baragaño, en el Estadio Colomán Trabado de Ponferrada IMG-20180613-WA0004 Cross en Compostilla con la participación de Lourdes Liquete, además de Sofía, Inmaculada Carracedo, Elena, May y Mercedes, entre otras atletismo635 José Luis Sáez (primero por la izquierda), José Arroyo (cuarto por la izquierda) y José Guerra (agachado)

El padre de Lourdes Baragaño no quería que su hija hiciera atletismo. Pero ante la disyuntiva de trasladarse a Madrid para potenciar las aptitudes para la natación que un ojeador llegado de la capital le vio en las piscinas de la Térmica, transigió. Y le dijo unas palabras que durante varias décadas fueron algo así como un pasaporte para acceder a las pistas de ceniza del campo de deportes aledaño construido a raíz de la implantación de Endesa en Ponferrada: “Vete a hablar con (José) Arroyo”. Lourdes empezó a hacer lanzamientos, singularmente de disco, y se convirtió en la primera atleta mujer que da fe el historial deportivo de la comarca.

Muchas veces se daba el proceso inverso. Y era el propio José Arroyo, entrenador de primera categoría nacional que en sus años mozos hacía salto de altura en rodillo ventral (franqueando el listón boca abajo) y acreditaba 11 segundos y 1 décima en los 100 metros lisos, el encargado de captar atletas. Así fue el caso de José Luis Domínguez Sevillano ‘Joe’, que jugaba con el Endesa en Primera División de baloncesto (el equivalente a la actual LEB Oro) hasta que Arroyo ponderó sus cualidades físicas y le puso a saltar y a correr. Joe acabó saltando 7,07 metros en longitud y corriendo los 100 metros lisos en 10 segundos y 7 décimas.

Virginio Martínez ni siquiera sabía qué era el atletismo. “Se hablaba entonces de carreras pedestres”, recuerda. Su padre no era trabajador de Endesa, sino de Renfe, por lo que tuvo que inscribirse en la OJE (Organización Juvenil Española) para poder acceder “pagando una cuota” a las pistas de Endesa, donde dio carrete a su vocación de desarrollar las pruebas de fuerza hasta el punto de compaginar los lanzamientos atléticos con José Arroyo con los primeros pinitos en la halterofilia de la mano del recordado José Luis Sáez.

Por el fútbol había pasado primero Emilio Méndez, que se recuerda saltando sobre una colchoneta en el Colegio La Puebla hasta que a los 11 años comenzó a compatibilizar el deporte rey con el atletismo en Valladolid bajo la batuta del antiguo campeón de España de 800 metros Elías Reguero. Los veranos los pasaba en Endesa. Y muchos años después de acumular méritos como el bronce júnior y el séptimo puesto sénior de jabalina en campeonatos de España, se proclamó en 2008 subcampeón del mundo de veteranos en la misma prueba.

El atletismo llegó por vía familiar a la vida de José Manuel Trabado, hermano de Colomán Trabado, ochocentista tres veces olímpico (en los Juegos de Moscú 80, Los Ángeles 84 y Seúl 88). Colomán despuntaba ya en el Colegio San Ignacio. Fue el propio José Luis Sáez el que le sugirió ponerse en contacto con Arroyo. “Salíamos los dos del colegio, íbamos para las pistas y hacíamos la vida allí”, cuenta José Manuel, que no llegó a competir pero se recuerda compartiendo entrenamiento y haciendo labores de intendencia hasta coger el relevo de Arroyo cuando el grupo de atletas de su generación tomó las riendas de un club que acabó siendo algo así como “una especie de Federación del Bierzo de Atletismo”.

Los atletas bercianos eran más colegas que rivales para Lourdes Liquete, una palentina de nacimiento que competía con los colores del Hispánico de León (donde residía en su juventud), desde que los conoció en una competición en Avilés (Asturias), en el año 1975. Luego se recuerda viajando continuamente a Ponferrada para la Carrera del Pavo o las del 18 de julio. “Lo que más resalto es la amistad y la socialización que se dio entonces”, dice esta atleta todoterreno que destacó en pruebas de mediofondo y se afincó años después en la capital berciana, desde donde participa como veterana en carreras populares y sigue promocionando el deporte desde su condición de maestra.

“Yo quería ser una Nadia Comaneci”, confiesa Raquel Arias, que se pasaba de niña por el campo de fútbol de Endesa para hacer la voltereta y el espagat. Arroyo le pidió primero hacer una sesión de fotos de esos ejercicios. Y a renglón seguido le animó a probar suerte en el atletismo. Comenzó con el salto de altura hasta ir pasando por las más variadas pruebas hasta incluso hacer combinadas. “Yo era la más pequeña. Y fui muy mimada siempre”, dice la ‘benjamina’ de esta hornada de atletas reunidos para este reportaje, otra docente que cada año visita con uno de sus cursos las pistas del Estadio Colomán Trabado y no duda en derivar a alumnos con aptitudes a las órdenes de actuales entrenadores como Lourdes Baragaño o Virginio Martínez para cerrar el círculo de varias décadas de atletismo en El Bierzo.

Ramblas Barcelona 1962 (1) José Guerra (centro) y José Arroyo (derecha), en Barcelona

salto longitudinal

final pruebas atletismo 1972 José Arroyo (segundo por la derecha) y José Guerra (segundo por la izquierda) atletas6355 Inmaculada Carracedo, con el Trofeo del Cross del Pavo en Compostilla

Discos de hierro, jabalinas de madera y pértigas de acero

La historia se empezó a contar con la construcción por parte de alumnos de la Escuela de Aprendices de Endesa de unas rudimentarias pistas de atletismo allá por el año 1953 (desde 1949 se hacían carreras de 100 metros en unas calles improvisadas y campo a través en las inmediaciones del Monte Castro). El hito se incardinaba en el interés de la empresa por promocionar el deporte entre sus trabajadores. Y dio lugar a unas instalaciones singulares donde los atletas bercianos harían de la necesidad virtud, dice Raquel Arias al recordarse compitiendo de tú a tú con campeonas de España en unas pistas de ceniza en las que se recomendaba calzar clavos de hasta 18 milímetros, el triple de lo necesario en tartán. Lourdes Baragaño llevaba su disco de hierro. Y Emilio Méndez lanzaba con jabalinas de madera y saltaba con pértigas de acero. Los calcetines, irremediablemente, se acababan manchando de negro.

Faltaban medios, pero sobraba voluntad. “Y el que se hubiera ganado el derecho a ir a un campeonato, iba; costara lo que costara”, afirma José Manuel Trabado. El 600 de Joe, el 127 de Virginio y el Panda de Raga multiplicaron sus cuentakilómetros en viajes por distintos puntos de España, donde el Club Atletismo Endesa de Ponferrada era conocido y reconocido. Su mejor exponente, Colomán Trabado, hacía de embajador y de especie de ‘rey mago’ que traía jabalinas de la antigua Checoslovaquia para Emilio Méndez o una zapatilla específica para el salto de altura a Raquel Arias. Y a millas y crosses de la capital berciana acabaron viniendo estrellas del panorama nacional como Anacleto Jiménez, José Luis González o Fermín Cacho.

Más allá de los resultados, el club funcionaba como una familia. “Yo por el verano iba a las 10 de la mañana y marchaba a las 10 de la noche. Comía en la piscina para el entrenamiento de la tarde”, apunta Joe. Muchos años antes de los gobiernos paritarios o las reivindicaciones feministas a pie de calle, en el Endesa no había distinciones por sexo. “Ahora se habla de los derechos y la paridad de la mujer. Las chicas nunca se sintieron menos valoradas. Eran protegidas. Éramos iguales”, subraya José Manuel Trabado para concluir que aquella entidad “fue una escuela de vida y de convivencia”. “Hemos sido también un servicio público”, añade al reseñar la preparación física ofrecida a árbitros y opositores a distintos cuerpos como los Bomberos. “Es una forma de entender la vida”, abunda Emilio Méndez.

coloman635 Colomán Trabado destacó desde muy pronto en el atletismo (en la imagen de abajo, compitiendo con la selección española)

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atletas635 Raquel Arias participaba en varias pruebas, entre ellas el salto de altura atletas6352 Emilio Méndez (en la imagen en su juventud) fue en 2008 subcampeón del mundo de veteranos de lanzamiento de jabalina IMG-20180613-WA0007 El faberense Rodrigo Gavela fue olímpico en Barcelona 92 atletas6353 Equipo del Endesa en la Liga de Clubes de Castilla y León atletismo6351 Homenaje a José Arroyo, rodeado de muchos de sus pupilos atletas6354 Manuel Rey, en un Campeonato de España de veteranos chus635 Chus Alonso (segundo por la derecha con el dorsal 9), junto a Abel Antón (dorsal 3), José Luis González (1) y Fermín Cacho (2)

La reivindicación tomó forma con el Estadio Colomán Trabado

El caso es que el efecto espejo de Colomán Trabado se fue notando con una mayor implicación de los poderes públicos hasta generar sinergias que dieron más resultados. El segundo deportista olímpico berciano también fue atleta. En el maratón de Barcelona 92 acabó siendo decimoséptimo el faberense Rodrigo Gavela, criado en aquellas pistas de Endesa donde la formación multidisciplinar apadrinada por José Arroyo acababa generando atletas polivalentes que lo mismo corrían que saltaban o lanzaban. Pero no lo hacían en las mejores condiciones, por lo que se abrió el melón de una reivindicación que acabó tomando forma gracias a la mediación de Colomán Trabado ante el Consejo Superior de Deportes y la Junta de Castilla y León con un argumento irrebatible: Ponferrada era la única ciudad de más de 50.000 habitantes sin unas pistas de atletismo. El Estadio abrió sus puertas en 1997. El nombre no ofrecía dudas: Colomán Trabado.

Siempre a la sombra del omnipresente fútbol hasta tener muchas veces que compartir espacios propios, el atletismo en El Bierzo siguió cabalgando. Los medios se fueron completando. “El día que llegó el fax fue un avance enorme”, resalta José Manuel Trabado para hacer notar la continua profesionalización de una estructura de la que también salieron dos jueces que ejercieron en el Campeonato del Mundo de Sevilla. Pero a veces ha faltado mimo, tercia Lourdes Baragaño para recordarse rescatando de casualidad el actual pódium del Colomán Trabado de la antesala del contenedor. “Yo echo en falta que haya un club que aglutine”, lamenta Lourdes Liquete evocando los tiempos del Endesa y denunciando el “gran abandono” del deporte base a la hora de la adolescencia en contraste con la “continuidad” lograda a base de “socialización” y compañerismo de entonces sin obviar que “los profesores de Educación Física ya no se implican como antes los fines de semana”, “Y hoy los padres les quitan a los chavales de hacer actividad física”, completa Raquel Arias.

Lo que no ha faltado es materia prima. Y a Rodrigo Gavela le sucedió el mediofondista Sergio Gallardo, que se quedó a unas centésimas de ser olímpico, hito sí conseguido por la lanzadora de disco Sabina Asenjo en Río de Janeiro 2016 y al que aspiran los también mediofondistas Nuria Lugueros y Saúl Ordóñez, el heredero natural de Colomán Trabado. “Los seguimos por la prensa. Y es un orgullo y una satisfacción, como también lo son los éxitos de Lydia Valentín”, señala Joe. Los atletas bercianos que hoy copan las portadas no han nacido por generación espontánea. Son el resultado de una historia que nació en unas pistas de ceniza y saltó al tartán para seguir haciendo historia.

sergiogallardo Sergio Gallardo, en el Estadio Colomán Trabado sabina635 Sabina Asenjo, durante su participación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 / Foto Diego G. Souto / Comité Olímpico Español lugueros-635 Nuria Lugueros, en un entrenamiento saulordoñez635 Saúl Ordóñez fue este invierno bronce en 800 metros en el Campeonato del Mundo de pista cubierta

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