De los castros celtas a los castillos forjando la identidad patrimonial más ancestral del Bierzo: Te identificamos dónde están estos orígenes

Son muchos los vestigios del pasado, aun en pie -unos más que otros-: desde los mejores conservados como el Castillo Templario de Ponferrada y el Castillo de Villafranca del Bierzo, hasta otros en restauración como el Castillo de Balboa, InfoBierzo hace un repaso por estos importantes monumentos y los sitúa en un mapa para que nadie se pierda estas joyas de la antigüedad

14 de Abril de 2022
Actualizado: 24 de Mayo de 2022 a las 10:46
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castillos y castros bierzo
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La historia celta, romana y medieval se entrelaza en las entrañas del Bierzo con vestigios patrimoniales de aquellas civilizaciones que son la 'cuna' de los bercianos de hoy,. Castros y castillos pueblan la geografía berciana mostrando la importancia de la Comarca hace miles de años. Así, son muchos los vestigios del pasado, aun en pie -unos más que otros-: desde los mejores conservados como el Castillo Templario de Ponferrada y el Castillo de Villafranca del Bierzo, hasta otros en restauración como el Castillo de Balboa, InfoBierzo hace un repaso por estos importantes monumentos y los sitúa en un mapa para que nadie se pierda estas joyas de la antigüedad.

Además, el grafista de InfoBierzo, Dativo Rodríguez, ha elaborado varios gráficos interactivos para identificar los castillos y castros más significativos de la Comarca.

 



 

 



 

Historia Castillo de Cornatel

El Castillo de Cornatel se encuentra situado en el municipio de Priaranza del Bierzo. La teoría más defendida sobre el origen de la fortaleza es que fue el lugar en donde vivía un destacamento militar romano, debido a su gran cercanía a las explotaciones auríferas de Las Médulas.

Después de que los romanos abandonaran los yacimientos, el papel que realizaba es relegado a un segundo plano durante el dominio visigodo, reapareciendo posteriormente como destacado castellum en la España cristiana de los siglos IX y X. A comienzos del siglo XI, según los primeros documentos hallados, el castillo de Ulver aparece como un castillo relevante, en aquellos primeros tiempos de la Reconquista.

En 1211, Alfonso IX de León, tras hacer las paces con la Orden del Temple, dona la fortaleza a los Templarios la villa de Ponferrada, los cuales la fortifican. Más tarde, Los Templarios toman la posesión de Ulver, acreditada por una escritura del Cartulario de San Pedro de Montes del año 1228: "Tenente Ulver Freyres del Templo". Estos permanecerían en la fortaleza hasta 1312, con la desaparición de la orden. En 1327, Alfonso XI dona el castillo a Álvar Núñez Osorio. Años después, pasa a ser propiedad de Pedro Fernández de Castro.

En 1378, el castillo aparece por primera vez con su actual nombre: Cornatel. En 1388, el castillo vuelve a formar parte del señorío de la familia Osorio, con Pedro Álvarez de Osorio, por donación de Juan I de Castilla. El castillo es heredado por Rodrigo Álvarez Osorio, que al fallecer en 1430, su posesión pasa a Pedro Álvarez Osorio, I conde de Lemos, del mismo nombre que su abuelo. Este se casa con Beatriz de Castro, hermana del Duque de Arjona, aunando así la herencia de la familia de los Castro, con numerosos señoríos bercianos y obteniendo los títulos de Conde de Lemos y Trastámara.

En 1467, se produce la segunda Revuelta Irmandiña contra la nobleza gallega, en la cual la fortaleza de Cornatel es tomada y casi totalmente destruida, como otras fortalezas del Bierzos. En 1469, Pedro Álvarez Osorio mandó reconstruir sus castillos, entre ellos Cornatel y en 1483 muere dando paso a una etapa de conflico entre sus herederos por la posesión de su patrimonio, entre los que se encontraba el castillo. Así, la segunda mujer del Conde de Lemos, María de Bazán y su hija Juana Osorio, y Rodrigo de Castro Osorio, nuevo Conde de Lemos, se enfrentaron por la titularidad de la fortaleza. Cornatel sufrió un asedio que duró 2 años, por las tropas de Don Rodrigo, II Conde de Lemos,​ el cual se considera el legítimo heredero de Cornatel. En 1486, los Reyes Católicos actúan para solventar los problemas, creando el marquesado de Villafranca del Bierzo para Juana y su marido Luis Pimentel. Con esta intervención, se obliga a Rodrigo, a entregar el Castillo de Ponferrada.

En 1507, Don Rodrigo vuelve a tomar Ponferrada y a asediar los castillos de Corullón y Cornate. Años más tarde, el castillo continuó formando parte del señorío del Marqués de Villafranca, hasta la desaparición de los mismos.

En 1823, el castillo pasa a pertenecer al municipio de Ponferrada. En 1843, el castillo es utilizado como escenario romántico para una de las principales novelas históricas españolas, El Señor de Bembibre,​ escrita por el escritor berciano Enrique Gil y Carrasco.

Tras varios años de abandono, durante este siglo XIX, el 29 de noviembre de 1900, los Condes de Peñarramiro, herederos legítimos del castillo, conceden la titularidad del castillo y de varias tierras a la Junta Vecinal de Villavieja. El castillo es empleado para guardar los rebaños de la aldea de Villavieja, contribuyendo más a su deterioro.




 

 



 

Historía Castillo Ponferrada

El Castillo Templario de Ponferrada se emplaza en lo que, probablemente, en origen fue un castro celta, en una posición similar a la de otros de El Bierzo. Posteriormente, se cree que fue un emplazamiento romano y visigodo, según ASODEBI.

Hacia 1.178 el rey Fernando II de León permitió que los templarios establecieran una encomienda en la actual Ponferrada. En 1.180 el rey expidió un fuero para la repoblación de la villa que había surgido un siglo antes, documentándose la primera fortificación hacia 1.187.

Tras varias disputas, en 1.211 Alfonso IX, hace las paces con la Orden del Temple y les dona la villa de Ponferrada a cambio de ceder a estos algunos castillos. Durante el reinado de Fernando IV se produjo en Francia el juicio contra los templarios, que ocasionó la disolución de la Orden. Para evitar la consiguiente confiscación de Ponferrada, el maestre leonés del Temple, Rodrigo Yánez, entregó la villa al infante don Felipe, hermano del rey.

En 1.340, Alfonso XI donó Ponferrada a Pedro Fernández de Castro (El de la Guerra), su mayordomo mayor, quien seguramente comenzó la construcción del llamado castillo viejo de Ponferrada. Ponferrada y su castillo continuaron en poder de la rama gallega de los Castro hasta 1.374. A partir de ese año permaneció en poder de diversos y sucesivos miembros de la familia real.

En 1.440, Ponferrada pasó a Pedro Álvarez Osorio, primer conde de Lemos, que venía reclamándolo desde hacía tiempo. Fue este importante personaje gallego del siglo XV quien realizó las grandes obras que configuran la actual fortaleza de Ponferrada, que comprende: un castillo, el llamado Castillo Viejo, un recinto amurallado con sus barreras y un palacio renacentista.

Tras diversas disputas y pleitos entre los herederos de Pedro Álvarez Osorio, Juana Osorio —la hija habida de su segundo matrimonio con María de Bazán— y Rodrigo Enríquez Osorio, segundo conde de Lemos —su nieto bastardo—, los Reyes Católicos adjudicaron Ponferrada a Juana Osorio. Rodrigo Osorio no acató la resolución y tras poner cerco a la fortaleza se apoderó de ella en 1.485, iniciando así una rebelión contra los Reyes. La Corona reaccionó formando un considerable ejército —600 lanzas y de cinco a seis mil peones— bajo la dirección del almirante de Castilla con el fin de tomar todas las plazas y lugares del Bierzo que apoyaban al conde. Al no rendirse este, se emprendió un duro asedio con artillería a la fortaleza de Ponferrada, que fue tomada al asalto en el verano de 1486. Tras pasar Ponferrada a los Reyes Católicos, comenzaron obras de reparación y refuerzo de la fortaleza, pasando a ser temporalmente la residencia del primer Alcalde de Ponferrada y Corregidor de El Bierzo, don Juan de Torres de Navarra, primo de los monarcas. Durante los siglos XVII y XVIII el castillo fue gobernado por un corregidor en nombre de la Corona.

A partir de 1850 comenzó un periodo de fuerte declive para el castillo: el Ayuntamiento vendió los muros y utilizó sus piedras para construir unas cuadras públicas y un mercado adosados a las murallas, arrendó el interior como zona de pastos, e incluso se barajó ubicar un campo de fútbol, algo que por suerte no se llevó a cabo. Por fin, en 1924 se le concedió el rango de Monumento Nacional, con lo que se frenó el deterioro.

Arquitectura Castillo Ponferrada

En el recinto del castillo, con forma de polígono irregular, se distinguen dos partes diferenciadas: la parte norte, del siglo XII, y el resto, construido a lo largo del siglo XV, con algunas obras realizadas en los siglos XIX y XX. En tiempos pretéritos el castillo estuvo rodeado por un foso, excepto en el lienzo noroccidental, donde el río cumplía esa misma función.

En el interior existe un grupo de fortificaciones del siglo XII de origen templario: los restos de una barbacana en el acceso a un patio, al que abren la torre elíptica, parte del paseo de ronda, una torre que tuvo tres pisos, la torre del Malvecino y otra torre en la que destaca una puerta de arco apuntado, de gran valor artístico.

La fachada noroeste constituye un parapeto corrido que termina en la torre del Moclín, de planta hexagonal irregular. Bajo él se abría una nueva ronda que defendía el subterráneo que unía el castillo con un aljibe, situado en una torre albarrana.

La portada principal, de mampostería, está compuesta por dos torreones que flanquean un amplio arco de medio punto. Tras este arco se alzaban las puertas de acceso al patio en el que, a la izquierda, se sitúa la torre del homenaje, desde la que se accede al patio de armas.

Restos perimetrales de construcciones circulares dentro del castillo de Ponferrada. Se presume puedan ser prerromanas.

Antes de entrar en el patio hay un recinto defensivo que conduce a la torre Cabrera, situada al sur y comunicada con la primera línea defensiva del lado este, en cuyo punto medio se alza una torre semicircular, destinada a calabozos y a la comunicación con la segunda línea de defensa. El paramento continúa hacia el norte, encontrándose otra torre cuadrada, antes de acceder a la torre de Malvecino, del siglo XV.

En el patio de armas, adosadas a otra línea defensiva, se encuentran varias dependencias, como la Galería de los Azulejos, derruidas y cubiertas de escombros debido a que 1811 una orden de la Regencia del Reino manda que vuelen las dependencias interiores (el daño no debió ser muy grande porque en 1815 se ofreció en sus salones un baile de sociedad) y a que desde que en 1848 el Ayuntamiento de Ponferrada, con la oposición frontal de la Comisión de Monumentos de Ponferrada, la empezase a utilizar como cantera local y mil otras felonías que culminaron en 1923 cuando se volaron sus muros para la construcción de un campo deportivo.




 

Castro de la Ventosa

 

El castro de la Ventosa pertenece a las pedanías de Valtuille de Abajo municipio de Villafranca del Bierzo y Pieros, municipio de Cacabelos. Los celtas la llamaban Bergdunum, literalmente "Ciudad fortificada en lo Alto". Desde un punto de vista geográfico se entiende perfectamente pues desde lo alto de sus murallas es posible dominar todos los alrededores, por ello es un lugar fácil de defender y su cercanía a terrenos de labor, montes y agua, le hacen un lugar idóneo para el asentamiento humano en esta época tan temprana.

La ocupación prerromana de Castro Ventosa ha sido comprobada a través de los hallazgos arqueológicos, habiéndose encontrado estructuras circulares de piedra y multitud de restos.

En el Museo Arqueológico de Cacabelos (M.A.R.C.A) se encuentran depositadas, entre otras muchas piezas procedentes de Bergdunum, puntas de lanza, molinos abarquillados y circulares, fíbulas y diversos restos de adornos y piezas de cerámica.

Durante este período podemos decir que Bergdunum es un poblado de grandes dimensiones, teniendo en cuenta el tamaño de otros castros próximos y contemporáneos como El Castrelín de San Juan de Paluezas, El Castro de Borrenes, Villabuena, Quilós, o San Miguel, se podría asegurar que Bergdunum constituía el centro del poder de la Comarca.

 

Historia Castro de la Ventosa

De los celtas al rey Alfonso IX pasando por los romanos, la historia del castro es amplia y apasionante. Bergidum sería conquistada hacia el año 25-23 a. C. por los romanos, dato que se apunta por las fuentes clásicas y por la aparición de una moneda, un As de Augusto en el Castro. Bergidum durante la época romana fue una importante población, no solo por su importancia comercial o administrativa, sino por su emplazamiento como ciudad cruce de vías o calzadas romanas. En el denominado Itinerario de Antonino, recopilación de rutas de época del emperador Caracalla, Bergido aparece como el punto en el que confluían las calzadas que llevaban a las ciudades de Brácara (Braga), Asturica Augusta (Astorga) y Lucus Augusti (Lugo).

La ciudad de Bergidum, capital del territorium bergidense visigodo, mantiene su existencia al menos hasta la invasión musulmana. Con la llegada de los árabes a la península ibérica en el 711. Siguiendo la vía romana de Caesaraugusta a Asturica llegan en el año 714 hasta León, Astorga y Bergidum. Es en el año 737, cuando El Bierzo se consolida como una atalaya protectora del reino astur. Castro Ventosa sería entonces un castellum, sobre el cual el Reino de Asturias organiza su administración y defensa. Una de las derrotas más conocidas es la sufrida a los pies de Castro Ventosa, por Bermudo I que se enfrenta a Yusuf ibn Bujt en el año 791. Con el rey Alfonso III las razias musulmanas se harán más frecuentes.

En el año 857 el castro se cede a los monjes del monasterio de Samos las tierras del Bierzo, documentándose en el siglo IX unos 17 núcleos de población. Durante esta época, Bergido como nombre de ciudad desaparece de la documentación y solamente se habla del Bierzo. La siguiente noticia de Castro Ventosa es en el siglo X, cuando entra en decadencia, hasta su casi total despoblación. En el año 994, el castro no se encuentra deshabitado, puesto que una donación hecha por Todindo y su hermana Todil al Monasterio de Santa María de Carracedo, así lo indica.

La decadencia del Castro Ventosa la aprovechan Villafranca y Cacabelos que con el paso del tiempo se van consolidando como poblaciones más importantes. La razón de la decadencia del castro en el siglo IX se explica por el castigo de Alfonso III o las razias musulmanas, y también por el emplazamiento en lo alto sin mucha agua.




 

Castro de Chano

 

Historia Castro Chano

El castro de Chano en Peranzanes destaca por su excepcional estado de conservación, habiéndose localizado cerca de veinte construcciones.


Las viviendas podían alcanzar hasta 5,5 metros de diámetro y sus muros 60 cm de grosor. La única abertura era la puerta de entrada y ésta aparece elevada sobre el suelo. Son edificaciones de tipo doméstico, teniendo en el centro el hogar sobre una gran losa de pizarra jalonada por lajas inclinadas.



El castro estuvo habitado por astures entre el siglo I antes de Cristo y la primera mitad del siglo I después de Cristo. No se ha documentado un abandono violento del poblado aunque se han encontrado algunas cantidades de monedas (pequeños tesoros) en el interior de las viviendas, lo que indica un abandono rápido, por causas aún desconocidas.


La realización del Centro de Interpretación del Castro de Chano ha permitido recuperar el yacimiento y los teitos (cabañas con techos de paja) de los Ancares para las visitas turísticas.








 

Castrelín de San Juan de Paluezas

 

Hisotoria Castrelín de San Juan de Paluezas

El Castrelín de San Juan de Paluezas en Borrenes es un castro astur ocupado por este pueblo antes de que los romanos llegasen a la zona. Los dos recintos de El Castrelín están rodeados por una potente muralla que protegía un poblado en el que vivían sobre un centenar de personas que vivían de la agricultura y ganadería de forma casi autosuficiente.

Este poblado pasó a lo largo de más de dos siglos por varias fases constructivas, la última de las cuales es la que hoy puede verse a través de los dos sectores excavados. Fue desalojado y abandonado en el siglo I, debido probablemente a los movimientos de la población provocados por la puesta en explotación de la mina de oro de Las Médulas.

Cada una de las viviendas está formada por varias construcciones y algún patio o corral de forma que en sector 1 se pueden diferenciar cuatro viviendas y tres en el sector 2. Cada vivienda estaba compuesta por varias construcciones adosadas. Las que tenían hogar eran las cocinas, las que llevaban protecciones contra la humedad eran almacenes y hórreos y en los talleres se encuentran restos de lo que en ellos se fabricaba.

Las casas tienen plantas alargadas y se disponen paralelas a la muralla. Sus puertas abren a diferentes espacios exteriores, que no son ni calles ni plazas, sino que eran utilizados por una sola familia de cuatro a seis miembros.