El Quinto Batallón de Intervención en Emergencias de la Unidad Militar de Emergencias llevará a cabo entre el 22 y el 26 de mayo, en el término municipal de Torre del Bierzo, un ejercicio de instrucción y adiestramiento de lucha contra incendios forestales en Castilla y León

Las prácticas programadas están dirigidas a adiestrar al personal de la Unidad en el manejo de herramientas manuales y mecánicas para desbroce y en el movimiento por pistas forestales con autobombas, además de trabajos en interfaz urbano forestal.

El operativo del BIEM V estará compuesto por 110 militares y 40 vehículos, entre los que se encuentran autobombas, ambulancias, estaciones de transmisiones y diversos vehículos pesados y ligeros.

Este ejercicio pertenece al conjunto de actividades de preparación que organiza anualmente de cara a las intervenciones en emergencias y como preparación de la próxima campaña de incendios forestales.

Aunque la preparación es constante a lo largo de todo el año, dado que el fuego es su gran enemigo, el quinto batallón de la Unidad Militar de Emergencias (UME), ubicado en la base militar ‘Conde de Gazola’, en la localidad leonesa de El Ferral del Bernesga, lleva a cabo esta semana en el Bierzo Alto el último ejercicio antes de afrontar una campaña de incendios que, debido a la sequía, se presenta complicada.

El lunes se desplazaron hasta Folgoso de la Ribera 110 efectivos y cuarenta vehículos, entre los que se encontraban doce autobombas, dos nodrizas y tres buldóceres, para llevar a cabo distintas prácticas que culminaron hoy con un simulacro de intervención.

A las once de la mañana las alarmas sonaron en el campamento de Folgoso y se activó la maquinaria de la unidad más eficaz que existe en Europa en la lucha contra los incendios forestales. En quince minutos ya estaba en camino un comando para reconocer la zona y antes de una hora los primeros efectivos ya estaban trabajando en un monte de pinar al lado de Brañuelas.

Bajo el mando del teniente Agustín Picón Agreda, parte del contingente desplazado simuló un “ataque” directo al fuego, realizando un cortafuegos con un D7, el buldócer más pesado y de mayor potencia con los que cuenta la UME, acompañado por una autobomba, que en ocasiones debía defender de las llamas a la máquina.

A los mandos del D7 y de sus casi 200 caballos de potencia, se encontraba el cabo Juan Cuesta, un conductor experimentado y curtido en incendios como los del pasado año en la Sierra de la Culebra (Zamora) o en 2021 en Navalacruz (Ávila). Cuesta reconoce que el entrenamiento y las muchas horas de prácticas son básicas para poder soportar “la tensión de trabajar con el fuego encima, en ladera y en zonas rocosas, donde la máquina pierde tracción”.

Pero además de este “ataque directo”, hasta cinco vehículos, entre los que había autobombas, realizaron un simulacro de autoprotección, maniobra que solo se lleva a cabo cuando los efectivos se ven rodeados por el fuego y que consiste en crear una cortina de agua que en este caso se realizó con dos autobombas, aunque todos los vehículos que utiliza la UME en incendios llevan depósito de agua para casos de emergencia.

El teniente Picón reconoce que las maniobras de autoprotección no son habituales en las misiones, pero apunta que en incendios como el de Castrocontrigo (León), en 2012, se vivieron situaciones tan extremas que hasta los retrovisores de algunos vehículos acabaron fundiéndose.

De las 261 intervenciones que ha realizado este batallón desde que se creó hace 17 años en Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, 230 han sido incendios forestales. Solo el pasado año realizaron 26 intervenciones entre las cuatro autonomías, pero con especial severidad en los fuegos de la Sierra de la Culebra. Además, solo en lo que va de año han tenido que intervenir en cuatro incendios de grandes dimensiones, tres en Asturias y uno en Galicia.

El ejercicio, que también fue supervisado por el jefe del Batallón, el teniente coronel, Daniel Constantino, se prolongará hasta mañana a las 19 horas y durante el mismo, incluida la noche, se llevarán a cabo los mismo relevos de personal que si de un fuego se tratara. “Intentamos que el ejercicio sea lo más parecido a una intervención real”, apunta Picón Ágreda, que reconoce que ningún entrenamiento es suficiente para superar situaciones límites como las vividas el pasado año en la Sierra de la Culebra.