El corazón del Valle de Fornela hace latir la 'pausa' rural del Bierzo sobre los ecos de la cultura castreña

19 de Noviembre de 2021
Actualizado: 10 de Octubre de 2022 a las 17:44
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El valle de Fornela es de origen glaciar y en él se condensa la esencia de la Reserva Nacional de la Sierra de Ancares. El eje principal del valle es el río Cúa que recorre de norte a sur, encajado entre altas montañas que alcanzan los 2000 m.

De reconocida impronta patrimonial, presume de los "castros" prerromanos presentes en Trascastro y Chano.
El Castro de Chano, sobre la carretera en dirección al pueblo Guimara, es un poblado que estuvo habitado durante el siglo I a.d. C. y la primera mitad del I d. C.
Está formado por varias edificaciones de forma circular similares a las pallozas y representa la Cultura castreña del noroeste. Los indicios hacen creer que aún quedan más edificaciones por prospectar, siendo lo descubierto hasta ahora un barrio del castro. Una muralla construida con la misma piedra utilizada en el resto de las edificaciones recorre el perímetro castreño.
En su primera excavación, realizada a principios de la década de los 90 del siglo XX, se encontró el Tesorillo del Chano, el cual aumentó las dudas sobre la causa del precipitado abandono del castro.

Uno de los sellos culturales de Fornela son, sin duda, sus danzas, que se mantiene hasta nuestros días sin modificaciones significativas. Los Danzantes de Peranzanes y Chano danzan los días 15 y 16 de agosto respectivamente, en el santuario de Nuestra Señora la Virgen de Trascastro. Los de Guímara también danzaron en Trascastro hasta el año 1877 cuando dejaron de hacerlo por venderle los derechos a Chano por tres "cántaros" de vino. Desde aquel día hasta hoy honran a su patrón San Bartolomé (danzan tres días situados alrededor del 24 de agosto). La gente de Trascastro danzaba en su aldea con motivo de la celebración de Cristo (7 de septiembre), pero desde el año 1997 danzan el día 17 de agosto también en el santuario de Trascastro.

La fotógrafa de InfoBierzo, Lucía Suárez, ahonda con su objetivo en lo más profundo del valle, que hace latir el Bierzo más rural anudado entre el aire frío de sus sierras y ese rumor a tradición y naturaleza bruta.