Sucedió en una Ponferrada en plena expansión gracias a la bonanza producida por el auge del carbón, conocida por aquel entonces en otros lares como "La ciudad del Dólar", que cotizaba al alza, acogiendo a propios y extraños que acudían atraídos por los efluvios del empleo y la estabilidad ofrecidos por empresas prósperas.
Aquel chico nacido en un 1936 convulso en España, afable, con don de gentes, por cuyas venas corría el gusanillo del servicio al cliente, de las conversaciones tras la barra que derivan en la creación de amistades, recuerdos y anécdotas que perduran hasta nuestros días. Impecable botones en la Obrera, camarero en el bar Virginia, o la Pili curtieron a Ángel Fernández Gerez en el arte de la hostelería. Tanto es así, que en 1960 abre la trapa del Bar Miño, siempre al lado de su alma gemela Asunción, una casa de suculentas comidas y abundantes tapas, regadas por aquellos míticos chatos de vino, que regaban las gargantas de sus visitantes.
Pero los sueños de Gelín y Chon continuaron creciendo hasta que en 1970, en una Avenida de España por la que aún circulaban coches, fundan “El Paraisín”, en honor a aquel arco de la calle con el mismo nombre, que fue una de las entradas de la Ponferrada antigua y que seguro que buena parte de los lectores no llegó a ver en pie. Bares que lugares, de encuentros, de diversión, de confidencias, desde los primeros cafés de la mañana, hasta las copas tranquilas de primera hora de la noche, pasando por los vinos de mediodía, todo ello y más lo podían encontrar por aquella época los clientes de “El Paraisín” recibidos por Gelín, tras la imponente barra de cuero oscuro en capitoné, enfundado en su impecable chaqueta blanca con solapas negras y pajarita a juego. Muchas fueron las gentes, muchos los cambios que acontecieron en Ponferrada, y que fueron objetos de tantas tertulias frente a los efluvios de los licores servidos en “El Parasín”, hasta que en el año 2000 a Gelín le llego la hora de disfrutar de una, merecida jubilación y colgó su impoluta chaqueta blanca.
Hay quien hace propios los sueños iniciados por otros, Dani, es el artífice de que “El Paraisín” el sueño del Abuelo Gelín y la abuela Chon haya recuperado su esencia de antaño, con ese aire de modernidad que da la juventud y las ganas de emprender, quizá sabedor de que el buen hacer de sus abuelos hayan sido un gran impulso para que este mítico café bar esté celebrando su cuarto aniversario. En el mismo lugar de antaño Avenida de España, 31, tan distinta hoy. Podemos degustar los bizcochos matutinos, de nueces, de yogur, o las rosquillas elaboradas por la tía Julia y Rosa, la Madre de Dani. Las tapas y los vinos de tardeo o compartir sobremesas entre amigos. La saga de Gelín y Chon continúa con más ilusión y fuerza que nunca, en un espacio lleno de luz y calidez, donde el cuero oscuro y los espejos dejan paso a la madera decapada y el estilo nórdico. Sin duda un lugar de esos donde uno se siente a gusto, desde el primer momento en que atraviesa su puerta. Deseamos que este cuarto aniversario sea tan solo uno más de los tantos que le quedan por celebrar. Feliz Cuarto Aniversario a todo el equipo de El Paraisín.
