El primer paseo de 'Alba'

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Fundador, CEO de InfoBierzo e InfoLeon
26 de Abril de 2020
Actualizado: 26 de Abril de 2020 a las 20:10
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alba 2
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Esto es sólo una narración de sensaciones, quizá de otra forma expresada, que habrán tenido muchos papás y mamás este domingo.




Diego Fernández / Director InfoBierzo.com

 

 

"Por fin se pone fin" a esa parte del aislamiento social por el cual "sólo salíamos solos" a la farmacia, al trabajo algunos -al estanco otros- o para hacer la compra en un centro comercial apagado, en la penumbra, conducidos por un carril de pegatinas en el suelo, con mascarilla como burbuja a la respiración, recibido por trabajadores del supermercado con el pulverizador del gel desinfectante siempre en alerta... caminando por calles vacías, con sensación asoladora mientras el aire vacío de vida te recibe con extrañeza.

Hoy casi nos levantaron las campanas de la iglesia de La Rosaleda, como un anuncio celestial. No estaban las puertas del cielo abiertas, pero casi. Tronó la persiana; "qué mal tiempo para tan buen momento (esto a nosotros no nos lo jode, pensé)".

Nos vestimos casi deprisa, podría decirse. Y después llegó la pregunta para Alba que fue recibida con extrañeza: "¿Nos vamos a la calle?".

Alba es mi hija y tiene dos años recién cumplidos. Su nuevo ciclo anual casi comenzó marcado por el anuncio en la televisión del encierro -llamado confinamiento en el término liviano, de ese lenguaje político medido-. La 'peque' casi aguantó la situación mejor que nosotros, pero ver el mundo afuera, desde la ventana, era un muro al tacto de la experiencia, de la calle, del aire libre, tan distinto al confinado también en el hogar durante tantos días.

Lo primero ponerse la mascarilla. Hasta el momento era como el sonido de un saco de pienso para un perro. Cuando nos veía alzando el trapo este con gomas hacia el rostro, corría a decirnos "adiós", a la puerta, con cierta mirada de extrañeza y curiosidad a la que se había acostumbrado. Ahora le tocaba a ella, y para sorpresa casi parecía saber de qué iba esto. Había que apretarse la nariz para salir por esa puerta. El precio era poco, y nos dejó atónitos la calma con la que evitó tocársela con las manos.

Al ascensor. Y allí fue el contacto con el espejo. Papá y Alba con las mascarillas. Esta vez el 'selfie' no tenía sonrisa. Luego una mirada a las paredes de este 'purgatorio' de ocho plantas hacia el paraíso, la calle. "¿Qué es eso?", preguntó mirando unos dibujos. "Son mensajes de los vecinos y de otros niños para mandarnos ánimos. Y ves ese... ahí está tu pez". Uno que hizo con su mamá en una de esas tardes donde ya se ha desarrollado un programa I+D+i mayor que el de algunos Gobiernos. "Sí... el pez", contestó.

Y por fin el rostro al aire hoy empapado que nos ha 'rebautizado' al mundo. Habrá que darse prisa porque al final nos ponemos malos de un catarro. El paseo del parque del Oeste lo tenemos al lado. "¡Mira, niños!", señaló Alba casi como quien ve a otros vivos al salir de un búnker, en cualquier guerra. Hubo más vidas detenidas, vidas menudas. Hoy han brotado como las flores de primavera, que Alba quiso coger, pero que yo, por precaución, le impedí. "Esta primavera ya nos la han robado, no me fío ni de la flores".

Un perro por aquí, una niña en patinete allá, otro niño con bicicleta. Y los árboles ya vestidos que nos han recibido, y los pájaros, y mancharse las botas de agua, y escuchar el mundo ahí fuera.
Pasó que se cansó muy pronto de andar, casi desacostumbrada a las distancias largas. Se nos ha atrofiado el saber ser libres. Pero estamos entrenando.

Bienvenida de nuevo al mundo. Ojalá nadie nos quiebre ya estos primeros pasos. Seamos todos responsables. Alba quiere dar otro, el de poder acercarse a otros niños. "Ven, ven" le decía a alguno que también pasaba en este paseo desconfiado desde las atalayas de los adultos, con esa mirada vigilante. Alguien nos tendrá que tratar también a nosotros para empezar a soltar el miedo, como han hecho los niños. Cuando esto pase. Por ahora, volvemos a casa.