Festival del Botillo de Bembibre / Ana Ibáñez (TVE) ensalza el sabor de las 'abuelas' tras el Botillo y José Mercé le pone 'cante' de las Minas

El embutido rey del Bierzo compartió protagonismo con el sector minero en una gala amenizada por el cantante jerezano

15 de Febrero de 2020
Actualizado: 03 de Marzo de 2020 a las 10:18
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Gala del XLVIII Festival de Exaltación del Botillo de Bembibre / Fotos J. Ángel Alonso (InfoBierzo)





 

El botillo compartió este sábado en el Festival de Exaltación de Bembibre protagonismo con el sector minero, en una gala en la que la mantenedora, Ana Ibáñez, -tras pasar por el Ayuntamiento y firmar en el libro de honor- reconoció el papel de la mujer en la historia del embutido. La presentadora del programa España Directo (TVE) atribuyó a las mujeres de antaño, hoy abuelas, la condición de “verdaderas mantenedoras de las tradiciones”.

Un guiño que revistió la forma de homenaje, pidiendo un ejercicio de memoria para recordar las matanzas, los botillos que prepararon y hasta los buenos momentos en la mesa. “Posiblemente, a través de este plato sencillo pero contundente no sólo os hayan alimentado el cuerpo hasta el empacho, que por algo son abuelas, sino también vuestra alma”. Un embutido con tradición transmisora de “todo el cariño y el amor que sienten por vosotros”, dijo la mantenedora, con un papel de las mujeres protagonistas en su elaboración, ahumado, secado y hasta en la preparación.

Ana Ibáñez, que reconoció que no había visitado antes Bembibre, la Comarca ni había probado el botillo, estableció su propio vínculo a través de las tradiciones: “En La Rioja el botillo no se estila, pero compartimos una manera de entender la vida y unos valores que nos asemejan”. Y en el caso concreto de esta celebración, “decir botillo es decir Bembibre, y decir Bembibre es saborear el Bierzo”.

La mantenedora no se olvidó de la mina, protagonista de esta edición del certamen, como también evocaron previamente la concejala de Cultura y Fiestas, Belén Martín, y la alcaldesa, Silvia Cao. La edil responsable del área de Cultura expresó que esta edición es una dedicatoria a la mina, “a nuestros mineros y mineras y, en definitiva, a nuestras raíces", por el vínculo con el sector, describiendo desde la tragedia hasta la lucha, protestas, encierros y la espera en el seno familiar. “Todos hemos escuchado la dificultad al respirar, es un sonido que no se olvida nunca”, lamentó, "pero que forma parte de la mina y, por consiguiente, de la historia". “Fue una lucha larga que, desgraciadamente, ha culminado con el cierre de todas nuestras minas que quedan vacías, aunque cargas de capas aún por picar, por barrenar, por sacar”.

Silvia Cao recordó el sentimiento minero, “la sangre minera que corría por quienes entraban en la mina cada día y también por las familias, padres, mujeres e hijos e hijas de mineros, entre las que yo me encuentro”.

Un vínculo con el sector minero que, en esta edición, sobra un significado especial por ser la temática central. Pero también como elemento histórico por cuanto su linaje, dijo, “viene de cuna”: “para compensar el esfuerzo de los mineros y mineras con un delicioso botillo acompañado de su verdura y su patata”, algo que calificó como “gloria bendita al llegar a casa”. 

Hermanamiento Cante de las Minas

El Festival del Botillo también sirve para impulsar el hermanamiento con una población o, como en este caso, institución, relacionada con el evento. En esta ocasión, la temática centrada en la minería ha servido para oficializar el hermanamiento con la Fundación Cante de las Minas, cuyo alcalde, Pedro López Millán, y el director general de la institución, Juan Carlos López, participaron en el acto.

“Si botillo y mina van a de la mano, no pueden dejar atrás al cante, al ‘quejío’, a ese sentimiento del minero de amor/odio a la mina, a ese cantar que eriza la piel, que hace un nudo en la garganta”, evocó la alcaldesa. Porque el minero, prosiguió “está hecho de otra pasta, el minero siempre es minero, nunca se jubila”.

José Mercé pone la nota musical

Antes de la cena, el Festival concluyó con la actuación de José Mercé, que interpretó varias piezas flamencas propias acompañado de un guitarra, un percusionista y dos palmeros.

Interrumpido por el aplauso del público cada vez que subía en intensidad o cuando aportaba una mayor efusividad, y con las palmas de los asistentes acompañando el ritmo de la música, esta actuación fue la guinda antes de la cena de gala, que reunió a 1.400 personas en el pabellón.

 



















 

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