La castaña del Bierzo tira del 'boom' de los frutos secos en Castilla y León, que duplica la superficie cultivada hace una década

La Comunidad superó el año pasado las 11.500 hectáreas, con el castaño y el almendro como principales exponentes, aunque es el pistacho el que presenta el crecimiento más importante

16 de Febrero de 2020
Actualizado: 23 de Febrero de 2020 a las 19:48
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Aunque lejos aún de las principales comunidades productoras de frutos secos, Castilla y León sigue creciendo y afianzándose en la producción de este tipo de cultivos, que el año pasado superaron ligeramente las 11.500 hectáreas en la Comunidad, lo que supone casi el doble de las cerca de 6.000 hectáreas de hace una década.

El castaño y el almendro siguen siendo los principales exponentes de la materia, aunque no hay que perder de vista al pistacho, que se ha posicionado como uno de los productos estrella de los considerados productos alternativos y ha ido ganando terreno hasta rozar las 1.200 hectáreas del año pasado.

La Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, recogida por Ical, refleja el incremento constante de la superficie de frutos secos en la Comunidad durante los últimos diez años. Si en 2009 eran 5.898 las hectáreas de estos cultivos que se trabajaban en Castilla y León, la superficie ha crecido paulatinamente hasta que en 2016 dio un salto hasta las 8.272 hectáreas, si bien el mayor aumento tuvo lugar los dos últimos años, cuando se superó la barrera de las 10.000 hectáreas.



 

Castañas del Bierzo

El director técnico de la Marca de Garantía de la Castaña del Bierzo, Pablo Linares, consideró en declaraciones a Ical que el sector se está “recuperando y posicionando” para presentarse, en el caso de la castaña, como un cultivo “rentable”. “Se habían ido perdiendo castaños y esta tendencia parece importante, y se prevé que se mantenga también en los próximos años”, añadió. Sin embargo, apostilló que no todos los años son buenos, como el pasado, en el que cayó la producción como consecuencia de las condiciones climatológicas.

En este tiempo en el que la tendencia ha sido al alza, la comercialización, en general “ha sido buena” y la demanda” se ha mantenido”, lo mismo que ha ocurrido con los precios. “Los números han cuadrado y eso lo ven los productores”, lo que anima al crecimiento del sector, algo a lo que también contribuye el trabajo que está desarrollando la mesa del Castaño en aspectos de modernización, formación o agrupación del sector.

Y aunque es variado, el mayor porcentaje de superficie de nuevos castaños se puede atribuir al aumento de superficie por parte de productores que ya están establecidos, aunque también hay profesionales que se han incorporado al sector. “Queremos seguir creciendo, esperemos que el sector aumente para conseguir calidad y profesionalidad”, recalcó Linares.

Resto de cultivos y datos

Por comunidades, en cabeza de forma destacada se encuentra Andalucía, con una superficie de frutos secos cultivados el año pasado de 194.548 hectáreas, seguida de Castilla-La Mancha, con 168.700; Murcia (109.590 hectáreas); Comunidad Valenciana (94.298 hectáreas) o Aragón (90.843 hectáreas), en su mayoría con el almendro como principal producción. En total en España, la superficie de frutos secos alcanzó el año pasado las 787.424 hectáreas.

Atendiendo a la producción concreta en Castilla y León, el almendro y el castaño se posicionan como los cultivos con mayor respaldo en el campo de la Comunidad. Mientras el almendro alcanzó el año pasado las 4.335 hectáreas, lo que supone un 58% más de las 2.736 hectáreas de hace una década, el castaño experimentó un crecimiento aún mayor (87,4%), hasta alcanzar las 4.662 hectáreas, convirtiéndose en el fruto seco mayoritario en el campo de Castilla y León.

Aunque su tendencia hace unos años era descendente, la superficie de nogal en Castilla y León ha repuntado ligeramente y en estos últimos diez años ha pasado de las 1.193 hectáreas a las 1.362, apenas un 14,1 por ciento más. La superficie que sí que ha sido víctima de una caída en este periodo de tiempo ha sido la de avellano, que actualmente es de 21 hectáreas frente a las 34 que tenía hace diez años (-38,2 por ciento).

Pero sin duda, es el caso del pistacho el que resulta más llamativo. Desde hace años se ha convertido en un cultivo alternativo (como así está considerado por el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León) en auge y un cultivo que los profesionales tienen en cuenta a la hora de plantearse nuevas posibilidades en el campo. Así lo dicen también las cifras, que hablan de 1.151 hectáreas el año pasado en la Comunidad, según el Ministerio (la Junta habla ya de 1.700), una superficie que se ha alcanzado en algo menos de una década, desde que se registraron las primeras plantaciones de este cultivo en Castilla y León.

De hecho, y tal y como recordó hace unos días el consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Jesús Julio Carnero, el cultivo del pistacho ha ganado terreno, hasta contar con 370 productores, en especia en las provincias de Valladolid y Zamora, aunque también hay producción en la mitad norte de Salamanca, el noroeste de Ávila y la parte este de Soria. El cultivo ha recibido desde 2010 una cuantía en ayudas de algo más de cuatro millones de euros, casi 2,6 millones de euros para nueva instalación y 1,4 millones de euros para plantes de mejora.

Pistacheros

El tesorero de la Asociación de Pistacheros de Castilla y León, José Luis Ruiz, recordó a Ical que hay que esperar ocho o nueve años de puesta en escena, que es cuando se ven los frutos. “En siete años es cuando vamos a ver producciones”, aunque estimó que se va por buen camino, si bien “el crecimiento tiene que ser exponencial”, añadió. Para Ruiz, el mercado exterior “es el que manda” en estos momentos en toda Europa pero también en países como Irán, China, Turquía y Estados Unidos.

Aunque también los pistacheros cifran en unas 1.700 las hectáreas de este cultivo en Castilla y León, advierten de que “estamos en el inicio” y aún “no ha llegado el boom”, porque el objetivo pasa por alcanzar los 1.000 kilos por hectárea, para lo que se necesitarán “nueve o diez años”. Mercado hay por delante, en especial en Europa y hasta el momento las administraciones han estado con este cultivo “con los ojos cerrados”, lamentó, pero todavía se mantiene el “miedo a un cultivo nuevo” y a las técnicas.