La Cruz de Ferro en el Camino de Santiago: “Subir allí era muchas veces una fiesta después de comer los domingos”

Juan Carlos Pérez Cabezas destaca que el elemento más característico del Camino es la acogida tradicional ejercida por voluntarios

11 de Agosto de 2022
Actualizado: 13 de Agosto de 2022 a las 12:02
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Latidos de Camino
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“Hay muchos elementos que definen el Camino de Santiago. Pero si hay uno importante y fundamental es la hospitalidad ejercida en albergues de acogida tradicional por voluntarios. Esa es la parte que más importante en la hospitalidad. Aquellos que vienen incluso de otros países y que muchas veces son peregrinos que quieren devolver al Camino lo que el Camino les dio”. Juan Carlos Pérez Cabezas, presidente de la FICS (Fraternidad Internacional del Camino de Santiago) y la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Astorga y Comarca, es una eminencia en el contexto jacobeo de La Maragatería. De hecho, ha encabezado una petición para que hospitalidad sea declarada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La Asociación que dirige es la única que gestiona un albergue en propiedad, en este caso en Astorga, donde reside y donde ha “vivido el Camino desde que era pequeño”. “Entonces no se veían peregrinos”, prosigue, para destacar que ya estaba allí una “referencia mundial” como es la Cruz de Ferro. “Subir allí era muchas veces una fiesta después de comer los domingos, con la familia, e ir a tirar allí la piedra. Eso lo vivíamos desde pequeños”, rememora Pérez Cabezas, quien señala que más tarde el Camino se convirtió en “una experiencia vital buena, no solo para hacerlo, sino para vivirlo desde dentro y gestionarlo” gracias a la creación de la Asociación.

 

20-06-14 - César Sánchez ICAL

 

En ese marco, cree que la ruta jacobea es una “suerte para todos aquellos que tienen la oportunidad de poderlo vivir en una ciudad como Astorga”, donde ser ven “miles y miles de peregrinos, llegados de 150 países cada año, con todo lo que ello conlleva”. “Pero si además tienes la suerte de tener un albergue con voluntarios de más de una veintena de países, pues el Camino se convierte en una experiencia que define muy bien eso de ser una ventana al mundo sin moverte de tu casa”.