La magia de las visitas teatralizadas y nocturnas al Castillo de Ponferrada

06 de Agosto de 2017
Actualizado: 22 de Agosto de 2017 a las 11:25
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Antes de la puesta de sol, cuando aún faltan dos horas para que se abran las puertas de la fortaleza al público, los integrantes de la compañía teatral Conde Gatón se afanan en preparar los últimos detalles del montaje ‘Un paseo por la leyenda’, con el que ofrecen una visita teatralizada por el interior del Castillo de los Templarios de Ponferrada durante las noches de los fines de semana de verano. La obra cumbre del autor berciano Enrique Gil y Carrasco, ‘El Señor de Bembibre’, considerada una de las mejores novelas históricas del romanticismo español, sirve de hilo conductor a este espectáculo de luz y sonido ambientado en una historia que empieza “en una tarde de mayo”.

Así, el amor de don Álvaro Yáñez, señor de Bembibre, y doña Beatriz de Ossorio, hija del señor de Arganza, guía la trama de una visita en la que tampoco faltan el conde de Lemos, los representantes de la Orden del Temple y un espectro que asegura ser el propio Gil y Carrasco. Las antorchas, la pirotecnia y la música creada por Javier Vecino expresamente para el espectáculo añaden su pizca de magia para transportar al espectador a los paisajes de leyenda descritos por la novela romántica del autor nacido en Villafranca del Bierzo, gracias también al impresionante efecto escénico que aportan el Castillo, la noche y las más de 60 personas que dan vida a los diferentes personajes del reparto.

José Manuel Valcárcel, que durante muchos años ha sido el encargado de guiar a los visitantes por el interior de la fortaleza, explica que el guion de la producción se basa en “una adaptación con extractos del texto completo de la versión teatral de la obra de Gil y Carrasco”. Los diversos fragmentos, grabados previamente, se reproducen en play-back mientras los actores dan vida a la escena en las distintas zonas de la fortaleza en las que tiene lugar la acción.

Entre fragmentos, el guía descubre a los visitantes detalles sobre la historia del Castillo a la vez que los mueve por los diferentes espacios de la representación, gracias a un discurso que ha ido cambiando y actualizándose a lo largo de los años, según reconoce el propio Valcárcel. “Al principio improvisábamos mucho y con el paso del tiempo fuimos sacando nuevas bromas, a medida que el espacio nos ofrecía nuevas posibilidades”, recuerda.

Referencias al rodaje de ‘MasterChef’ en el Castillo o a la crisis inmobiliaria son algunos de esos chistes de nuevo cuño que ha incorporado Javier Louzao, en quién recae este año el papel de guía. “Hace dos años ya tuve que interpretar este papel en tres representaciones”, explica Louzao, que reconoce que las primeras veces se sintió “atacado de los nervios” por la posibilidad de olvidar las palabras clave con las que se da el pie a la continuidad de ciertas escenas.

Por su parte, María Encina Varela, como encargada del vestuario, conoce mejor que nadie la cantidad de personajes que integran el elenco de la representación. “Dos decenas de templarios, más el Maestre de la Orden y el comendador Saldaña, una decena de obispos, siete frailes, cuatro cardenales, un arzobispo, un inquisidor, una decena de cabreireses, el conde de Lemos, don Álvaro, doña Beatriz, Gil y Carrasco, el abad de Carracedo…”, recita en una enumeración que parece no tener fin.

 

La hormigonera templaria

El actual espectáculo nace en el verano de 2005, durante las obras de restauración que tuvieron lugar en la zona del Palacio de la fortaleza templaria, con el objetivo de promocionar el Castillo de cara a su reapertura. “La primera escena se hacía sobre una montaña de cascotes”, relata Ovidio Lucio Blanco, director de la compañía, que recuerda, divertido, referencias en el texto de entonces a una “hormigonera templaria”. “Ovidio pergeñó toda esta idea, pero ahora dice que ya no reconoce a su hijo”, asegura Louzao, que ríe al escuchar al director bromear con que no se acuerda “de las chapuzas”.

Desde entonces, la compañía ha ofrecido entre seis y ocho sesiones para un máximo de cien personas cada una a lo largo de cada verano, exceptuando el del año 2007, cuando la celebración de la exposición Las Edades del Hombre en la capital berciana, sumada al éxito de las dos ediciones celebradas hasta entonces, animó a la compañía a ampliar el periodo de representaciones a dos meses, con tres pases por semana, para un total de 24 funciones. “Nunca más”, sentencia el director, entre risas.

Además de restringir el número de representaciones por verano, la compañía también ha tenido que limitar el número de entradas por función, para adecuarlo al recorrido que se va a hacer, lo que provoca que todos los años se agoten todas las entradas disponibles. “Siempre hemos tenido lleno absoluto, cada año mucha gente se queda sin poder ver el espectáculo”, asegura Valcárcel, que admite que el montaje probablemente encaje más con el perfil de “público turista antes que público teatral”.

 

40 años de la primera función

Aunque 2005 no fue el primer año en el que ‘El Señor de Bembibre’ asaltó el Castillo de Ponferrada de la mano de Conde Gatón, ya que la compañía, que cumple este año medio siglo de historia, ya había utilizado el interior de la fortaleza como espectacular escenario para la representación de la versión completa de la obra teatral por primera vez en 1977, con un espectáculo en el que intervenían caballos y en el que cerca de 2.000 personas de una sola vez asistían como público y se movían entre los escenarios itinerantes en los que tenía lugar la función.

“Lo que hicimos hace 40 años fue una verdadera locura”, sentencia Santiago Antelo, el único de los integrantes de la compañía que ha dado vida durante estas cuatro décadas siempre al mismo personaje, el comendador Saldaña. Al año siguiente, el montaje incorporó ya unos graderíos fijos de madera, con vistas a varios escenarios en los que transcurría la acción, aprovechando la línea de torreones de la fortaleza como marco en el que jugar con el texto de la obra. Aquel espectáculo se repitió durante ocho ocasiones a lo largo de la siguiente década y por ellas pasó un total cercano a los 60.000 espectadores.

Tras un largo parón, la compañía retomó las representaciones de manera puntual en el año 2003, con motivo de la inauguración del teatro Benevivere en el municipio de Bembibre. “Estuvimos unos cuantos días en el teatro y bajaban coches y autobuses de los pueblos de alrededor para poder ver ‘El Señor de Bembibre’ en su pueblo”, recuerda José Manuel Neira, que se mete en la piel del espectro del propio Enrique Gil y Carrasco para acompañar a los visitantes en su recorrido por la fortaleza ponferradina.

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