Ángel Bodelón 'Geni', este lunes en Magel / Fotos de Mario de la Torre
¿Qué contarían, si pudieran hablar, las paredes del café disco pub Magel de Ponferrada? Quizá dirían que en sus sofás rojos (antes rosas) se sellaron algunos acuerdos para la pequeña o la gran historia de la ciudad. Seguro que podrían narrar mil y un romances y algún que otro desengaño amoroso. La del pasado sábado 30 de diciembre fue la última vez en la que la noche todavía pudo prolongarse un poco más hasta bien entrada la mañana en este mítico establecimiento que cerró sus puertas para echar el candado a casi medio siglo de historia en la parte alta de la capital berciana.
La de abrir un bar en la Calle Ancha de Ponferrada cuando a finales de los años sesenta el flujo comercial y económico ya había bajado a La Puebla fue una decisión no exenta de riesgos. Ángel Bodelón (Geni, como es conocido, de aquí en adelante) había mamado el sector de niño desde que su padre cambió Endesa por la hostelería y sumaba al bar de Compostilla el de La Obrera. “No era fácil ser barman; el cliente era muy exigente con el servicio”, cuenta Geni apoyado en la barra de la cafetería Magel mientras se va desmontando el mobiliario del local apenas tres días después de colgar el cartel de cerrado.
Él, que se había fogueado desde niño con su padre en La Obrera, tenía experiencia para montar una aventura en solitario. Pero lo primero que abrió con su mujer fue una tienda de moda infantil. Magel (el acrónimo que enlazaba el comienzo del nombre de su mujer, María Antonia, y el final del suyo, Ángel) abrió como comercio para a continuación aprovechar la esquina del establecimiento como bar, el que dio el impulso para acondicionar una discoteca que se acabó comiendo a la tienda para niños. La comodidad de trabajar debajo de su vivienda contrastaba con el esfuerzo por tener que ganarse una clientela que en la zona apenas podía hacer ronda cuando las principales cafeterías de Ponferrada se acumulaban en la Plaza de Lazúrtegui y su entorno.
Geni y su hija Marián, detrás de la barra de Magel
"Tipo pub inglés"
Geni quiso dotar desde el principio al establecimiento de una estética singular, “tipo pub inglés”, dice. “Y yo creo que fue acertado”, considera. El local ha mantenido la esencia de un lugar diferente tanto en el fondo como en las formas, tanto en la decoración como en el servicio de los camareros, una seña de identidad que ha conservado durante sus 49 años de historia. “Ahora ya no se ven estos techos; el suelo y la decoración es la misma de siempre. Los sofás antes eran rosas y ahora son rojos”, cita al hacer el repaso de la trayectoria de Magel, que ha visto pasar “al menos” cuatro generaciones de clientes. “Yo le di un estilo distinto; y la gente de abajo subía aquí”, afirma.
Los churros y las limonadas de la Semana Santa o el vermú del Día de la Encina han sido citas fijas en Magel, que empezó como discoteca de tarde “para parejitas, con poca luz” y luego fue ganando espacio a la noche (durante 23 años hubo actuaciones musicales en directo) y estirarla dado el aura de local al margen de los conflictos. “La noche, a partir de las dos o las tres de la mañana, es más complicada. La gente respeta mucho a la persona que les abre la puerta. Al final vas conociendo a todo el mundo. Y la gente sabe que si quiere venir una segunda vez tiene que respetar el sitio. Yo nunca llamo a la Policía”, cuenta su responsable, que se retira a los 78 años tras haber estado siempre al pie del cañón, incluso con procesos de quimioterapia tras apenas veinte días de baja por un cáncer de intestino aproximadamente en el ecuador de estos cincuenta años de trayectoria comercial.
Clientela rejuvenecida por la crisis
Por Magel pasaron políticos que luego fueron presidentes del Gobierno como José María Aznar o José Luis Rodríguez Zapatero o ministros como el que fue titular de Defensa con Adolfo Suárez, Agustín Rodríguez Sahagún. Allí muchos se hicieron novios. La cafetería y el pub vivieron los buenos momentos económicos, los que acabaron con la última crisis, la más grave que recuerda Geni en este medio siglo de historia. Magel también la ha sufrido, incluso para redimensionar y reconvertir su clientela, rejuvenecida en los últimos años por este mismo factor económico. “Teníamos muchos matrimonios que ahora, siendo conscientes de la situación, salen menos. Y los jóvenes salen más”, señala sin dejar de resaltar que “hoy no se emborrachan como lo hacían antes”.
El ‘punch’ económico que hacía de Ponferrada un punto clave para viajantes comerciales y centro de negocios para toda una comarca parece haber pasado a la historia. “Y hoy los jóvenes no pueden comenzar una actividad. No tienen las facilidades de antes. Fue mucho más fácil para mí y los de mi generación instalar un negocio”, advierte Geni, orgulloso de haber cerrado el establecimiento el pasado 30 de diciembre pudiendo pasar puntualmente la factura del mes a sus principales proveedores.
Magel cierra la puerta a un local diferente, cuyo futuro es una incógnita. “Hemos intentado traspasarlo porque creo que es aprovechable como bar y como discoteca. Pero no soy el dueño. Es arrendado. Y esto posiblemente se perderá”, dice Geni, que deja la barra en un momento especialmente crítico en el que “la noche está perdida en Ponferrada mientras no haya trabajo y no se levante la comarca”, la misma para la que Magel ha sido un referente durante casi medio siglo de vida.
