La Tahona, última hornada a 26 años de un negocio pionero en la noche ponferradina

Tino González, su propietario, se retira y busca un sucesor al negocio. Y no es que el negocio vaya mal, todo lo contrario, pero cree que ya es hora de retirarse y disfrutar de la vida... y de la cama. Su plan de apertura nocturna, un referente en las noches de ocio, lo importó de Suiza.

22 de Septiembre de 2015
Actualizado: 25 de Enero de 2016 a las 13:07
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000_0165 Tino González, en el mostrador de la histórica La Tahona (Fotos de Víctor Alón).

Tino González, su propietario, se retira y busca un sucesor al negocio. Y no es que el negocio vaya mal, todo lo contrario, pero cree que ya es hora de retirarse y disfrutar de la vida... y de la cama. Su plan de apertura nocturna, un referente en las noches de ocio, lo importó de Suiza.

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Tino González se puso a los mandos de La Tahona hace 26 años. Desde entonces el local se ha convertido en una referencia para los ponferradinos, al ser pionero en contar con un horario de apertura nocturno. Ahora, González, tras casi 50 años en el negocio de la repostería, ha decidido dejar en otra manos La Tahona, como atestigua el cartel de 'Se Traspasa' en el escaparate.

Y no es que el negocio vaya mal, todo lo contrario, pero González cree que ya es hora de retirarse y disfrutar de la vida lejos de un trabajo tan duro pero a la vez tan ilusionante. Porque, a pesar de su intención de dejar la repostería, afirma que "no me importa seguir seis meses, un año o incluso dos hasta que se venda". González esperaba que su hijo tomara el relevo, pero consciente del enorme sacrificio que supone no ha mostrado interés en ello.

"A los cinco años de empezar abría los fines de semana por la noche y comenzaron a venir los chavales que llegaban atraídos por el olor, pero también los que trabajaban en los pubs e incluso en el Hospital cuando terminaban su turno", explica el propietario de La Tahona, que es perfectamente consciente del renombre de su establecimiento. "La juventud que pasaba hace años ahora viene con sus hijos. Además, no hay una sola universidad en toda España en la que no conozcan La Tahona".  González ya es consciente del golpe que ha supuesto para muchos que abandone el negocio. "Cuando vienen a comprar me dicen que ojalá el que coja el negocio siga haciéndolo como yo y eso te llena".

Pero González conoce los secretos de la repostería desde antes de llegar a La Tahona. "Estuve 20 años en Suiza. Empecé lavando ollas y acabé con un negocio propio. Había muchos inmigrantes españoles que de madrugada buscaban sitios abiertos para comprar bollería. Yo les vendía cruasanes por la ventana para que no me pillara la policía, porque era ilegal abrir a esas horas", recuerda. Toda su experiencia en Suiza la volcó años después en su establecimiento en Ponferrada, con un fantástico resultado.

Ahora, le quedan por delante años para disfrutar de la vida ("solo he ido de vacaciones 2 veces en estos 26 años", afirma) lejos de un trabajo tan exigente. "Es muy difícil fabricar y vender. Te pasas 8 ó 9 horas preparando todo tipo de respostería y luego también en el mostrador vendiéndola". Además, González es pesimista con el futuro de las PYMES y cree que "este tipo de oficios van a desaparecer y desde luego, el estado tampoco ayuda. Los pequeños negocios se están terminando". Pese a ello, una conversación con él deja perfectamente claro su incombustible ilusión por el oficio, no importa cuántos años pasen.

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