La tercera edad de las mascotas: programas veterinarios concretos y cuidados extra en la última etapa de su vida

Desde Animalia Servet recomiendan organizar un plan con el veterinario cuando empecemos a percibir cambios en nuestra mascota debido a su edad, para ofrecerle la mejor calidad de vida que podamos durante sus últimos días

29 de Noviembre de 2017
Actualizado: 24 de Diciembre de 2017 a las 12:40
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animalia635
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Actualmente el colectivo geriátrico animal ha crecido exponencialmente -al igual que ocurre con los humanos-, entre otras razones por un aumento y mejora de los cuidados que reciben (sanidad, alimentación, prevención). Además, la sensibilización de los propietarios en los últimos años va en aumento, lo que colabora a que las mascotas lleguen a esta 'tercera edad' en las mejores condiciones.

El inicio geriátrico a tener en cuenta para los cuidados extra, viene a ser a partir de las ¾ partes de la vida esperada. No hay una regla fija de comparación de las edades de los perros y gatos con las personas, en contra de la creencia popular. Por norma general, los perros pequeños viven más años, de tal forma que podemos considerar que un perro pequeño cuya esperanza de vida se fija en 14 años sería geriátrico a partir de los 9 o 10 años; uno mediano que su esperanza de vida será de unos 12 años entraría en la edad geriátrica a los 9 años; y por ejemplo uno de raza grande o gigante, que su esperanza de vida es de aproximadamente unos 8 años, entraría en esta etapa a los 6 años.

En cuanto a los gatos, son más longevos que los perros. Un gato casero que no sale a la calle o que vive en semilibertad (sale algo al jardín o por la finca, pero la mayor parte del tiempo está en casa y duerme en casa), tiene una esperanza de vida de aproximadamente 15-17 años, considerándose geriátricos a partir de los 10 años. Si por el contrario el gato vive en la calle la esperanza de vida se ve disminuida por los riesgos a los que se exponen, desde infecciones provocadas por peleas con otros gatos hasta enfermedades de contagio entre ellos, y en muchas ocasiones accidentes con vehículos o incluso por intoxicaciones.

El envejecimiento no debe ser considerado como un problema patológico, sino que se trata de un proceso biológico con unas consecuencias en la reducción de la capacidad de reserva, capacidad de regeneración, capacidad de compensación por parte de determinados órganos, etc., que finalmente resultan en la producción de enfermedades que podríamos considerar como características de un animal de la 'tercera edad'.

Signos de envejecimiento más comunes

Llegados a este momento nos fijaremos en los primeros signos de envejecimiento, pudiendo observar cambios en los hábitos urinarios e intestinales. A muchos animales los trastornos dentales o gingivales les causan halitosis (mal aliento) que es un aspecto fácil de controlar como propietarios. Esos problemas bucales, que causan mal olor en muchos casos, les hacen padecer a la hora de comer, provocando una menor ingesta progresiva. Si además la molestia le provoca conciliar peor el sueño notaremos a nuestra mascota más irascible. Otros cambios que podemos observar son una pérdida de fuerza, de resistencia, de velocidad de reacción, de agilidad y de agudeza visual y acústica.

Los programas de salud geriátricos deben ir dirigidos a identificar las modificaciones y la pérdida de función que suceden en el envejecimiento e intentar reducir al mínimo la velocidad con que avanzan y, de este modo, mejorar la cantidad y calidad de vida del animal viejo. Además, existen determinadas enfermedades que se presentan preferentemente a estas edades y, aun en el caso de que no exista predisposición debida a la edad, el animal viejo, por su menor capacidad de adaptación y compensación, presenta una menor tolerancia a todos los procesos patológicos, consideraciones que igualmente deben ser contempladas en todo plan sanitario.

Otra complicación en el paciente geriátrico es que, una vez que surge un trastorno en un determinado sistema orgánico, es común que se presenten graves alteraciones en otros sistemas u aparatos orgánicos, como consecuencia del problema primario en sí o debido a la terapia. En estos pacientes se deben identificar un sinfín de trastornos, tanto clínicos como subclínicos que pueden coexistir, así como las complicaciones y repercusiones que pueden surgir a partir de un problema sencillo.

Diferencias entre perros y gatos

Algunas enfermedades son especialmente frecuentes. Por ejemplo, los principales procesos patológicos -causa de mortalidad en el perro viejo- son los tumores y en segundo lugar la insuficiencia renal. Estas dos patologías junto con el hipertiroidismo, la diabetes, la enfermedad hepática y la enfermedad bronquial crónica son los principales procesos patológicos a considerar en el gato geriátrico. Si bien los tumores son menos comunes en el gato viejo que en el perro, la frecuencia con que estos son diagnosticados como malignos es considerablemente más alta en los gatos.

Los perros de edad avanzada con un desgaste del sistema nervioso central presentan un conjunto de síntomas similares a los pacientes humanos con enfermedad de Alzheimer, como desorientación, confusión, falta de memoria y cambios de personalidad. En los últimos años se han observado problemas de comportamiento en perros de edad avanzada, entre 7 y 10 años, con alteraciones en el comportamiento social, exploratorio, trastornos del sueño y en el comportamiento eliminativo, que nos han conducido a clasificarlos como síndrome de disfunción cognitiva o estados demenciales.

No debemos intentar que hagan más ejercicio del que pueden; debemos de cuidar de forma especial el confort, la higiene y la alimentación. Todos los esfuerzos deben ser recompensados. Y como es ley de vida, debemos de estar preparados, junto con toda la familia, para el final que ocurre en todo ser vivo, teniendo en cuenta siempre la calidad de vida, que el final no deberíamos alargarla sin fundamento, de forma egoísta. Al igual que no debemos nunca desahuciarlos llegados a cierta edad.

La conclusión a la que llega Lidia, la veterinaria de Animalia Servet, es que cuando notemos estos cambios en nuestra mascota, debemos de organizar un plan con el veterinario para fijar chequeos puntuales prestando atención a la exploración física y a los cambios analíticos para poder adelantarnos a los acontecimientos y estar preparados para darle a nuestro 'amigo incondicional' un buen final, con la mejor calidad de vida que podamos. Por ello desde Animalia, nos recomiendan hacer una visita a sus instalaciones para recibir una atención personalizada a cada mascota.