Muchos serán capaces de evolucionar y adaptarse a las circunstancias, otros no. Muchos se quedarán por el camino, y seguro que todos pasan en estas horas un pesar por tratar de mantener abierto su negocio.
Son autónomos, no tienen paro la mayoría de ellos, nadie les va a condonar una cuota o compensar la pérdida de ingresos. Son muchas veces nuestros psicólogos, consejeros, abogados, meteorólogos... de barra. Y sobre todo ponen ese primer café de la mañana, que debiera ser mucho más cargado para nuestros políticos.
Nadie discute que el ocio y estos lugares de 'encuentro' y recreo son eso, zonas de contacto, pero las medidas quizá se están enfocando (o cebando) excesivamente hacia su negocio como epicentro de la expansión de la epidemia. Eso mientras los trenes también viajan con el vagón lleno, como en las ciudades con metro, y las colas en los cajeros de los bancos o en la caja del supermercado... Vaya donde vaya la gente, la única medida preventiva efectiva parece ser la "M". Metros de distancia social, mascarilla y manos limpias.
Como decía la mítica canción de Gabinete Caligari "bares, qué lugares" o más bien en un futuro "¿qué lugares?". Cuidémonos, pero en cada lugar.