Los 11 bercianos del horror del Holocausto

27 de Enero de 2019
Actualizado: 15 de Febrero de 2019 a las 12:07
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Este domingo se celebra el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. No se sabe el número exacto de personas que perdieron la vida en el mayor genocidio étnico, político y religioso, puesto en marcha por la Alemania nazi en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Se habla de entre cinco o seis millones de muertos, aunque una investigación del Museo del Holocausto de Washington llega a elevar esa cifra por encima de los 15 millones. Son las víctimas de esa "solución final" de Hitler que tenía como principal objetivo a los judíos, aunque no era el único. Y así, entre ellas hay también varios bercianos, que acabaron con sus huesos en campos de concentración alemanes cuando su único deseo era huir de la represión franquista en una España que acaba de librar su propia guerra.

Agustín Ovalle, Manuel Crespo, José Pérez Canedo, Ceferino García, Elpidio González, Eduardo Samprón, Antonio Abella, Eulogio González, José Mestre, José Alonso y Rogelio Canedo Yebra. Estos son los nombres de los once bercianos que pasaron por los campos de Mauthausen-Gusen y Buchenwald y que recoge el listado de deportados españoles a los campos de concentración nazis, que se puede consultar en el Portal de Archivos Españoles (Pares) del Ministerio de Cultura. Cada uno con su historia, como tantos españoles, habrían acabado en estos "campos de trabajo" tras haberse exiliado en Francia tras la victoria de Francisco Franco en 1939. Algunos serían capturados por los nazis, otros detenidos por la policía francesa y la Gestapo, incluso alguno viajaría en el llamado 'convoy de los 927', formado por hombres, mujeres y niños civiles que se encontraban refugiados en el campo de Les Alliers, junto a la ciudad francesa de Angulema.

El primer berciano en pisar un campo de concentración fue Elpidio González González, alcalde de Palacios del Sil. Era el campo de concentración de Gusen (Austria). Allí llegó el 24 de agosto de 1940 en uno de los primeros trenes de la muerte que transportó deportados desde Francia a los campos nazis, en ese 'convoy de los 927'  y resistió un año en el campo de concentración, donde falleció el 24 de septiembre de 1941. Tenía apenas 41 años. Una carta certificaba su muerte y se la comunicaba «en francés» a su familia, dirigida a Araceli González González.

La carta que certificaba la muerte de Elpidio González, en francés, dirigida a su familia.

Unos meses después, el 25 de enero de 1941, llegó José Pérez Canedo procedente del campo especial de las SS de Hinzter, en Trier. Canedo era natural de Balouta (Candín) y sufrió el infierno de Gusen durante casi un año, hasta perder la vida el 15 de enero de 1942. Era la misma suerte que correría Manuel Crespo. Este berciano de Villafeile (Balboa) llegó llegó al campo de concentración de Mauthausen el 3 de marzo de 1941 procedente del campo de prisioneros de guerra de Sandbostel y recibió el número 3313. Se creía que había muerto gaseado en agosto de 1941, en uno de los camiones fantasma con los que los nazis de deshacían de prisioneros o discapacitados, pero no fue así y falleció meses después, el 29 de septiembre de ese mismo año con 35 años.

El 3 de abril de 1941 llegaron Antonio Abella y Ceferino García. El primero era un campesino de Paradaseca (Villafranca del Bierzo), militante del Sindicato Único de Campesinos y Trabajadores, vinculado a la CNT anarquista, que en la Guerra Civil logró huir a Francia, pero finalmente fue apresado y acabó en el campo nazi, donde murió el 5 de diciembre de ese mismo año. De Ceferino Garcia sólo se sabe que llegó a Mauthausen  procedente del campo de las SS de Hinzert con 23 años. No llegó al año, su muerte se produjo el 10 de febrero de 1942 en Gusen.

Eduardo Samprón, de Villasinde (Vega de Valcarce), llegó al campo de concentración alemán desde Francia, a donde se había exiliado tras la detención de su hermano Baldomero, tras pasar antes por el campo de prisioneros de guerra Stalag XI-A en Altengrabow.  El 26 de abril de 1941 ponía sus pies en Mauthausen. Un mes después fallecía. 

Ese mismo año perdía la vida en ese mismo lugar José Mestre, de Villafranca del Bierzo, uno de los últimos en llegar junto Agustín Ovalle, que era un soldado republicano de San Juan de la Mata (Arganza), que había acabado también en un campo de prisioneros de guerra Stalag XI-A y después había sido trasladado, el 3 de noviembre de 1941, a Mauthausen, donde falleció el 12 de abril de 1942.

Hasta años más tarde no fue apresado Eulogio González, de Páramo del Sil. Nada se sabe de él hasta que fue detenido el 30 de julio de 1944 en la localidad francesa de Toulouse. Él fue deportado unos  días después a Buchenwald, el 6 de agosto, y moría el 2 de marzo de 1945, apenas un mes antes de la liberación del campo por la tropas aliadas.

El campo de concentración de Mauthausen el día de la liberación. Tal vez entre estas caras, esté la de los bercianos José Alonso y Rogelio Canedo.

Los liberados del 5 de mayo de 1945

Ninguno de ellos sobrevivió al horror y fallecieron en los campos, apenas unos meses después de su llegada. Y es que solo dos bercianos resistieron y fueron liberados por los soldados norteamericanos de la 11ª División Acorazada. Uno fue Rogelio Canedo Yebra, de Carracedo (Carracedelo), que llevó el número 3868 a su llegada el 14 de marzo de 1941, siendo liberado dos meses después.

El otro, José Alonso, también vio la liberación de Mauthausen por las tropas estadounidenses el 5 de mayo de 1945. Él era de San Andrés de las Puentes (Torre del Bierzo) y tenía tan sólo 27 años cuando llegó a ese lugar, donde permaneció casi cuatro años viviendo en el horror continuo de un campo de concentración, por donde pasaron cerca de 10.000 republicanos españoles -una treintena procedentes de la provincia de León, once de ellos bercianos-.