Un repaso a costumbres y tradiciones de El Bierzo

17 de Octubre de 2018
Actualizado: 22 de Octubre de 2018 a las 11:29
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Las costumbres y tradiciones siguen muy presentes entre las gentes de El Bierzo. El paso de los años ha incorporado nuevos hábitos y comportamientos, pero las huellas de nuestros antepasados todavía perduran. Gastronomía, juegos populares, celebraciones… son ámbitos en los que manda la tradición y que se han convertido en signo distintivo de la comarca.

Dentro del costumbrismo berciano destacan tres actividades populares que tuvieron un fuerte arraigo: los filandones, el Magosto y los juegos populares. La primera ha desaparecido, pero las otras dos han conseguido sobrevivir y se disfrutan tanto o igual que antes. 

 

El Magosto

Es tiempo de castañas y, por supuesto, tiempo para el Magosto. Este tradicional festejo culinario, que tiene como protagonista a la castaña, ha mantenido su esencia gracias al empeño de la población y tiene un lugar destacado en el calendario de numerosas localidades. Santa María del Sil, Páramo del Sil, Fabero, Cacabelos… la lista de municipios que se vuelca en la fiesta de la castaña es muy extenso. Cabría destacar Balboa, donde su Magosto Celta llega este año a su edición número 23. Castañas, patacos asados y sobre todo música llenarán los rincones de Balboa a finales de mes, en una de las celebraciones con más historia de la zona del Bierzo.

La fiesta tampoco faltará en los colegios y en las sedes de asociaciones de vecinos, donde este tipo de convocatorias se vive con especial intensidad. Es la excusa perfecta para reunirse y estrechar lazos de amistad en torno al fuego.

- Repasando el origen

Como es sabido, la celebración del Magosto tiene una especial relación con la cultura celta. En sus fiestas de Samhain, los celtas celebraban el final de la cosecha asando castañas. Era también la forma de despedir el año viejo para dar la bienvenida al año nuevo celta. En esta cultura centroeuropa, que dejó su huella en el norte de la península, el castaño era considerado un árbol sagrado. Su fruto además tenía una simbología especial vinculada a la liberación de las almas, de ahí que fuese protagonista en la noche de difuntos.

El castaño más antiguo

En la comarca de El Bierzo podemos encontrar un gran número de castaños centenarios. Uno de los más representativos es el Campano de Villar de Acero, en Villafranca del Bierzo. Se calcula que supera los 800 años de antigüedad, tiene un perímetro de 15,62 m y una altura de unos 40 m. Se trata de un ejemplar protegido por la junta de Castilla y León y ha sido catalogado como árbol monumental.

Otro castaño destacado es el Cantín de Villasumil, en Los Ancares, que posee un perímetro algo inferior al de Villa de Acero: 14,50 m.

 

Los filandones

Las castañas también tenían un papel destacado en los llamados filandones, un tipo de actividad que desapareció y que hoy da nombre a algunos ciclos de tertulias. En la actualidad, son reuniones para debatir o analizar cuestiones concretas, pero su origen tiene que ver con el fuego, los hilos y el frío. Según cuenta la tradición, las mujeres se reunían en invierno en torno al fuego para trabajar con sus hilos y ruecas y contarse historias. Mientras tanto, los hombres se ocupaban de mantener el fuego (la leira) y separaban las ascuas para asar las castañas.

Al calor de la lumbre, se comentaban vivencias o se contaban cuentos, mientras algunos presentes aprovechaban para reparar sus aperos y herramientas de labranza. Los filandones se convirtieron también en un lugar de reunión y punto de cita para los jóvenes. Allí se organizaban actividades colectivas que servían para entablar relación, como el juego de las prendas o el de la zapatilla. Otros divertimentos eran los naipes. Era tan ameno como jugar al póker o al blackjack pero se hacía con la baraja española. En aquella época, la reina era la brisca aunque también estaban de moda el tute o la escoba.

Como explica el escritor leonés Luis Mateo Díez, el filandón representaba la oportunidad de escuchar y remover una memoria colectiva que es un símbolo de la sabiduría popular y que se conforma a partir de las pequeñas cosas de la vida.

La Iglesia persiguió los filandones por considerar que propiciaban relaciones pecaminosas entre los jóvenes, pero fue la televisión la que acabó con la costumbre. La denominada "caja tonta" atrapó a la población; ya no había necesidad de sentarse frente al fuego para explicarse historias, bastaba con encender el aparato y concentrarse en la pantalla.

Sin embargo el nombre de filandón se ha mantenido. Hoy se organizan actividades culturales bajo esta denominación, considerada Bien de Interés Cultural. También se recuerda a través del cine. La película El Filandónde Chema Sarmiento (1985), recrea a la perfección en una de sus secuencias esa actividad ancestral: mujeres en torno al fuego explicando historias.

 

Juegos populares: la rana y la llave

La tradición también sigue muy presente en el Bierzo a través de sus juegos populares. Año tras año, se abre un hueco en las fiestas de la Encina el Campeonato de Llave y Rana, que congrega a un buen número de aficionados. No son juegos multitudinarios, pero siguen llamando la atención entre un sector de la población.

  • La rana

Este juego de puntería ya se practicaba en el siglo XVIII. Algunos de los aficionados de El Bierzo llevan cerca de 40 años participando en competiciones y empezaron a familiarizarse en el juego en los antiguos bares de Ponferrada y provincia. En los años 50 y 60 el divertimento era muy popular entre la población, pero con el tiempo fue substituido por otros juegos, como las clásicas tragaperras.

El juego consiste en intentar introducir una moneda en la boca de la figura de una rana, colocada sobre un tablero. Junto al animal hay otros agujeros que también sirven para puntuar. Cada uno tiene un valor distinto en función de la dificultad.

  • La llave

Es un juego muy popular en Asturias, Galicia y la zona de El Bierzo. Su origen guarda relación con el ferrocarril. Al parecer, era un juego que practicaban los ferroviarios aprovechando la llave de vías. La competición consiste en cavar la llave en el suelo e intentar alcanzarla mediante el lanzamiento de unas fichas o discos. Cada zona de la llave tiene una puntuación distinta. La mayor puntuación se obtiene cuando se hace puntería sobre el aspa más pequeña.