Agentes de la Policía Nacional han detenido esta madrugada en una discoteca del distrito Centro de Madrid a Jordi Arias Fernández, alias Lupin, de 25 años y natural de Ponferrada, considerado uno de los ciberestafadores más buscados de España, que se encontraba reclamado por diversos juzgados del territorio nacional, según informaron fuentes oficiales a Ical.
Los hechos ocurrieron en torno a las seis de la madrugada, cuando los agentes localizaron al joven berciano en un local de ocio nocturno de la calle Toledo de la capital. Después de que los agentes confirmaran su identidad, comprobaron que le constaban en vigor ocho reclamaciones judiciales por estafa emitidas por juzgados de Ponferrada, Elche, Guadalajara, Albacete, Cádiz y Madrid, por lo que fue inmediatamente detenido.
Además, tras el cacheo superficial se le localizaron casi 12.000 euros en efectivo, señalaron a Ical las mismas fuentes. En una anterior detención, hace dos años, contaba con más de 25 requisitorias judiciales en vigor y ya era uno de los delincuentes más buscados por todas las fuerzas de seguridad del Estado, que habían rastreado más de 30 tiendas 'online' fraudulentas gestionadas por el detenido.
Lupin
Arias, nacido en Ponferrada y criado en Cubillos del Sil en el seno de una familia desestructurada. En ocasiones el detenido llegó a ingresar 300.000 euros al mes y contaba con un grupo criminal organizado a sus órdenes, con el que esperaba dar un ‘gran golpe’ en el Black Friday en el que obtener un millón de euros.
Sin formación académica, pero con una mente privilegiada, comenzó muy joven a realizar estafas a través del smartphone de la pareja de su madre y a relacionarse con otros delincuentes. Ingresó en un centro de menores del que escapó y, ya cumplida la mayoría de edad, residió en una prisión del norte de España.
Conocido como Lupin -en honor al personaje de cómic Arsenio Lupin, un ladrón de guante blanco caracterizado por su elegancia-, vivía obsesionado con evitar su captura y para ello llevaba una vida nómada de hotel en hotel y cogía hasta 18 taxis al día para evitar ser rastreado. Aún así, el chico presumía de llevar una vida de lujos y excesos, incluso se grababa a sí mismo sacando dinero en cajeros de las cuentas bancarias de las víctimas y alardeando de las desorbitadas cantidades de billetes que atesoraba.
