Ubicado en la comarca del Bierzo, Matavenero es un pequeño pueblo que quedó deshabitado a finales de los años 60. Su abandono se debió a dificultades como el acceso complicado, problemas con el suministro hídrico y los duros inviernos propios de su altitud cercana a los 1.000 metros. Durante años permaneció cubierto por la maleza y sufrió varios incendios durante las décadas del 70 y 80.
Sin embargo, en 1989 este enclave volvió a cobrar vida gracias a un grupo vinculado al movimiento Rainbow Family —originado en Estados Unidos tras el festival Woodstock de 1971— que decidió repoblarlo como una ecoaldea europea. Tras visitar diversas localidades del Bierzo en 1987, escogieron Matavenero para establecer su comunidad hippie. Llegaron personas procedentes de países como Alemania, Suiza, Italia, Escandinavia y España que transformaron esta zona aislada sin acceso para vehículos en uno de los ejemplos más destacados del movimiento arcoíris europeo. Este éxito radicó no solo en lo remoto del lugar, sino también en la mezcla multicultural y religiosa de sus habitantes junto con su dedicación y organización práctica.

En medio de este ambiente natural y alternativo apareció Roberto Iniesta, conocido como Robe, líder del grupo musical Extremoduro. Durante la segunda mitad de 1994 encontró en Matavenero un refugio donde compartir tiempo con Mon Sogas entre giras y conciertos. Esta etapa fue crucial para la banda, ya que allí gestaron gran parte del álbum Agila. Antes habían grabado Pedrá y lanzado recopilatorios como Rock y mi pequeña historia y Rock transgresivo. La formación original catalana se había disuelto luego del concierto problemático celebrado el 13 mayo en el Palacio de los Deportes barcelonés debido a tensiones internas.
Desde Matavenero, Robe explicó en una entrevista previa al concierto benéfico realizado el 18 junio en la Sala Celeste (Barcelona) que únicamente Ramón —el bajista— seguía perteneciendo al antiguo grupo mientras él reconstruía rápidamente una nueva formación incorporando músicos como Milindris, Capi e incluso Woho, Dieguillo o Gari junto con Mon Sogas. Además, colaboraron con Biri —propietario local dedicado a serigrafía— para crear material promocional, aunque enfrentaron dificultades técnicas con su club oficial por errores postales.

Aquel concierto benéfico apoyaba causas sociales vinculadas al pueblo kurdo y a la asociación Xenofilia; Robe sentía gratitud hacia esta última después del incidente previo. En cuanto a su filosofía artística sobre escenarios, destacaba su apuesta por la autenticidad: prefería pausas naturales antes que actuaciones perfectas o demasiado estudiadas; hacía las cosas sin preocuparse por juicios externos, pues estaba acostumbrado a decepcionar o perder público.
Aunque breve, aquella etapa vivida por Extremoduro entre los valles verdes y las montañas bercianas dejó una huella profunda tanto para Robe como para su música; fue allí donde se forjaron temas esenciales que marcarían un punto álgido dentro del rock español contemporáneo.
De todo esto y mucho más se hace eco Juancaraes, Juan Carlos Ramos, periodista y cronistas de Extremoduro.
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