Lusio era, hasta hace apenas unos días, un pequeño rincón del Bierzo donde la vida transcurría con la calma propia de los pueblos olvidados por el tiempo. Apenas una treintena de vecinos, casas de piedra, huertas familiares y el sonido inconfundible de la naturaleza marcaban el ritmo cotidiano de este lugar. Hoy, tras el paso de las llamas, es un paraje desolado, cubierto de ceniza, humo, ruinas y un silencio tan denso como irreal.
El incendio que comenzó la tarde del domingo en una ladera cercana, empujado por un viento cálido y seco, avanzó sin control hacia el coqueto y minúsculo núcleo urbano. En apenas unas horas, el fuego arrasó con todo. Las casas -algunas centenarias- fueron pasto de las llamas. Casi todas las viviendas se vinieron abajo. Una de las casas que se han salvado albergaba a la Virgen de Santa María, rescatada por una vecina en la ermita de este pequeño pueblo leonés devorado por el fuego, como ha podido comprobar Ical.

La evacuación se produjo rápidamente. “Nos dijeron que saliéramos con lo puesto, que no había tiempo. Solo escuchábamos el rugido del fuego detrás de nosotros”, relata una de las vecinas realojadas provisionalmente en un albergue de Ponferrada. Nadie imaginaba que sería la última vez que verían sus casas tal como las recordaban.
Hoy, el corazón de Lusio está reducido a escombros. Calles cubiertas de ceniza, muros derruidos, tejados colapsados y árboles carbonizados forman un escenario que recuerda más a una zona de guerra que a un pueblo rural. En medio de esa desolación, una figura solitaria se mueve entre los restos calcinados: un hombre de avanzada edad recoge algunas pertenencias que han quedado en lo que fue su hogar.
Mientras tanto, los vecinos desplazados lloran su pérdida en silencio, aferrados a los recuerdos que el fuego no pudo consumir. La esperanza, aunque tenue, persiste. Porque aunque Lusio ha sido reducido a cenizas, entre los rescoldos aún late el espíritu de una comunidad que no se rinde.

“Oencia se salvó gracias a 14 personas que quedaron tras el desalojo”
“La primera noche tras llegar el incendio fue horrible y, gracias a que se quedaron 14 personas después del desalojo, se pudo salvar Oencia”, aseguró este martes una residente en la localidad, mientras trata de ayudar al municipio “con lo que se puede”.
Para llevar a cabo esta ayuda, preparan avituallamiento -bocadillos y bebidas- en un bar de la localidad, donde lo entregan de forma gratuita para “todos aquellos que suben a extinguir el incendio de Villarrubín, donde ahora está un foco muy importante del incendio”.
Las llamas llegaron al municipio de Oencia el pasado sábado, 16 de agosto, por la localidad de Gestoso y procedían de un fuego de Orense, que en estos momentos está decretado de nivel 2 del Índice de Gravedad Potencial (IGR).

Sobre aquellos primeros momentos, la vecina comenta que “la gente del pueblo que se ha quedado él son quienes lo han salvado”, ya que “en un primer momento no había ningún tipo de ayuda externa”, aunque que más tarde “solamente hubo un retén de cinco personas”, mientras que esa noche “fue horrible”, pero “gracias a que se quedaron 14 personas se pudo salvar el pueblo”.
“Las administraciones se lo tienen que tomar muy en serio porque estamos jugando con la vida de las personas, su alimento y su forma de vida”, advierte la vecina, quien explica que “se han quemado los negocios de muchas de las personas”, lo que deja una situación “irrecuperable”. “Esperemos que, después de no haber estado a la altura para apagar los incendios, lo estén ahora para ayudar a la gente que vive del campo y que ha perdido absolutamente todo”, añade.
Junto a la vecina se encuentra un colectivo formado por más de una quincena de personas procedentes del Mercado de Abastos de Ponferrada, que han decidido desplazarse a la zona en un total de siete coches para “repartir agua, medicamentos y comida”.

“Como no nos demos prisa, no va a quedar ni un pueblo del Ayuntamiento de Oencia”
“Como no nos demos prisa, no va a quedar ni un pueblo de todo el Ayuntamiento de Oencia”, advirtió este martes una mujer descendiente de la zona, en la que nacieron sus padres, después de ver cómo este lunes “entró el fuego a Lusio y no ha quedado nada de la mitad del pueblo”. Aunque habían sido desalojadas alrededor de 50 personas de Lusio, a lo largo de la jornada de este lunes algunas decidieron regresar para tratar de luchar contra las llamas. Según comentó a Ical esta vecina, gracias a eso “se pudo salvar una casa”, mientras que “otra parte, en la que no llegó a entrar el pueblo, permitió que no afectase a otras tres”.

El Ayuntamiento de Oencia lanzó en la mañana de este martes un mensaje de alerta a través de sus redes sociales, en el que solicitaba “gente para Oencia y Villarubín, si es con maquinaria o con bombas mejor y, si no, con lo que se pueda, porque es urgente”, informa Ical.
Esta misma vecina se ha dedicado a lo largo de la mañana a recoger material para poder llevar, gracias a “una red de familiares y amigos de toda la vida”, a los que va a estar “agradecida eternamente”, ya que, gracias a ellos, puede llevar a Villarrubín un generador, una bomba de agua y alguna batería externa.
Las llamas llegaron al municipio de Oencia el pasado sábado, 16 de agosto, por la localidad de Gestoso y procedían de un fuego de Orense, que en estos momentos está decretado de nivel 2 del Índice de Gravedad Potencial (IGR).








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