La horquilla que ahora se ha reducido solía oscilar entre los 10 y los 20 kilómetros por hora una vez sobrepasado el máximo permitido. Ese límite era discrecional, lo fijaban las jefaturas locales de la DGT utilizando criterios como el tipo de vía, la siniestralidad y el volumen de circulación, por lo que era distinto según el radar y la provincia. Con ello, se compensaba el margen de error de los cinemómetros de Tráfico y también el del cuentakilómetros de los vehículos.
Para los responsables de la DGT, ese sistema presentaba dos problemas. El primero, el agravio comparativo entre provincias. El segundo, que las infracciones más leves, las que superaban por poco el límite, se escapaban sin castigo mientras que para el resto no existía tolerancia alguna.
Mismo criterio
Ahora, se utilizará el mismo criterio para todos, sin distinguir entre leves y graves los excesos de velocidad a la hora de activar el radar (el importe de la multa y la pérdida de puntos sí es diferente). Aunque la ‘operativa 7’ se ha puesto en marcha ahora para toda España, la DGT hizo una prueba piloto en verano en Galicia.
La nueva operativa hace tabla rasa y utiliza el mismo criterio para todos, sin distinguir entre leves y graves los excesos de velocidad a la hora de activar el radar (obviamente, el importe de la multa y la pérdida de puntos sí es diferente). A unos y a otros les aplica el descuento de siete. Si el límite de velocidad es inferior a 100 km/h, se queda un margen de 7 km/h. Si es superior a 100 km/h, se descuenta un 7%.
Es decir, para zonas limitadas a 100, 110 o 120, la multa en esos mismo tramos llega a partir de 109, 120 y 131, respectivamente