Rajoy resiste, Sánchez desaprovecha su oportunidad, Rivera crece e Iglesias busca un socio

El debate a cuatro de este lunes -único de la campaña electoral- parecía decisivo, pero fue decepcionante para la mayoría.

14 de Junio de 2016
Actualizado: 17 de Junio de 2016 a las 18:54
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El debate a cuatro de este lunes -único de la campaña electoral- parecía decisivo, pero fue decepcionante. Sin duda, los protagonistas principales fueron Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. Los representantes de los polos políticos, los mejor situados en las encuestas, fueron los que desplegaron los mensajes más contrapuestos. El líder del PP sobresalió en el apartado dedicado a la economía, pero sufrió con los durísimos ataques que le lanzaron en el bloque sobre corrupción.

El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, fue de menos a más y logró brillar cuando la discusión giró en torno a la regeneración democrática, golpeando tanto al candidato del PP como al de Podemos. Y, por su parte, Pedro Sanchez fue el contrincante más débil, pese a sus esfuerzos por situarse como primer rival del presidente en funciones. No lo consiguió. El aspirante socialista, probablemente el que más se jugaba en el duelo, desaprovechó su gran oportunidad.

Rajoy, el más atacado


Rajoy fue atacado por todos y cada uno de sus oponentes, pero ignoró a Pablo Iglesias, como le habían recomendado (recordar el calificativo de "frikis" de Arriola) y centró sus reproches en Sánchez y Rivera, que es a quien puede quitar votos en estos doce días que quedan hasta el 26J.


A Rajoy le habían preparado a propósito en La Moncloa. Álvaro Nadal le había pasado papales de la oficina económica de La Moncloa con datos macroeconómicos (como que su Gobierno ha revertido la destrucción de empleo en creación). Soraya Sáenz de Santamaría le había suministrado datos sobre sus adversarios (como que Rivera había dicho en 'Salvados' que cobró en negro) y Jorge Moragas y Pedro Arriola le habían instruido para que se defendiera. Sabían que él iba a ser la diana y le advirtieron de ello. La apuesta de Rajoy para el 27-J es de sobra conocida: la gran coalición con el PSOE, si bien en esta ocasión dejó caer un nuevo matiz: «A ser posible con un líder sensato». El líder del PSOE rechazó de hecho la oferta y dejó claro que nunca apoyará la investidura del líder popular.


Por este motivo, precisamente, el presidente del Gobierno en funciones fue, junto a Iglesias, el que, en líneas generales, centró la atención de los espectadores y marcó el ritmo del enfrentamiento en toda su primera parte. El candidato de Podemos vaticinó que Rajoy, con su «escudero» Rivera, no alcanzará la mayoría suficiente para gobernar, y trató en todo momento de atraer hacia sí a Pedro Sánchez, al que ofreció formar coalición el día después de los comicios. Un pacto sobre el que el socialista se resistió a pronunciarse, porque su estrategia pasa por no tirar la toalla pese a que todos los sondeos apuntan a la misma dirección.


Rivera convenció


En la segunda, el papel más destacado fue para Rivera, que aprovechó muy bien el momento, disparando reproches a izquierda y derecha a cuenta de la corrupción. En cuanto a los pactos, éste aseguró que él no pondrá vetos a nadie. Eso sí, volvió a sugerir la idea de que Mariano Rajoy, previsiblemente el líder del partido que ganará los comicios, debería dar un paso a un lado si el PP quiere pactar con Ciudadanos.


Las pocas propuestas concretas y nuevas salieron de su boca: "Me comprometo a incrementar la partida en I+D+I en 2.300 millones" o "la sanidad y la educación ha de ser igual en toda España. Mi compromiso es con la igualdad de verdad, no con una ventanilla por cada Comunidad". Hizo varias referencias al país, a España, a los españoles, a los ciudadanos... y se mostró optimista en todo momento. Además, el líder de Ciudadanos apenas usó papeles, por lo que volvió a demostrar su destreza cuando se enfrenta a un debate político.


Sánchez decepcionó


Pedro Sánchez estuvo prácticamente desaparecido durante el enecuentro. El líder del PSOE solo fue capaz de recordar a Iglesias que no le apoyó en la investidura fallido y atacó, de manera tímida, a Rajoy únicamente.


Sánchez no hizo grandes anuncios, no estuvo acertado y tampoco se mostró contundente en algunos aspectos del debate. Se había fijado como objetivo movilizar a los votantes socialistas y no parece que lo ha conseguido en lo que es el acto más importante de la campaña.


Aunque dijo que los socialistas han sido "los que más han hecho para que no hubiera elecciones" su mensaje no sonó a nuevo. El candidato del PSOE mostró guante blanco con Rivera y no atacó como se esperaba a Pablo Iglesias, como le pedían muchos en el PSOE.


Pablo parecía otro


Una de las cosas más llamativas de este cara a cara entre 4 fue la posición que tomó Pablo Iglesias. Atacó poco a sus rivales, algo poco habitual en él. Sólo se le vio algo combativo contra Rajoy. En la hemeroteca hay multitud de intervenciones suyas en televisión mostrándose ofensivo, contundente o hasta irreverente (recordar por ejemplo cuando hablaba de "casta"). Pero en el debate a cuatro Iglesias se mostró muy tranquilo, con un tono pausa, como pidiendo perdón.


El líder de Podemos no quería arriesgar en este momento, como reconocían en su equipo, y prefiere esperar a los últimos días de campaña. Aún queda mucho partido y no hay que olvidar que la formación morada es especialista en remontadas de última hora.


Bloque de corrupción


En el capítulo dedicado a discutir sobre corrupción salieron a relucir Bárcenas, Barberá, el caso Gürtel, el caso de los ERE... La voz cantante la llevó Rivera, quien no dudó en arremeter contra el aspirante de Podemos, al que urgió a no dar demasiadas lecciones hasta que no aclare sus relaciones financieras con el régimen chavista de Venezuela.

Sánchez insistió también en el caso Bárcenas y llegó incluso a asegurar que Rajoy debía haber dimitido cuando se conoció su cruce de SMS con el ex tesorero del PP. Pero su posición, habida cuenta que en el PSOE también se han descubierto profundos lodazales, fue mucho más débil que la que pudo exhibir Rivera.