Un año del fallecimiento del misionero que dio la voz de alarma sobre la epidemia de ébola

El sacerdote, natural de Folgoso de la Ribera, fue trasladado desde Sierra Leona a España, donde murió tres días después sin haber recibido tratamiento para la enfermedad

25 de Septiembre de 2015
Actualizado: 03 de Octubre de 2015 a las 10:48
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Este viernes se cumple un año del fallecimiento del misionero berciano Manuel García Viejo, originario de Folgoso de la Ribera y que perdió la vida tras contagiarse con el virus del ébola en Sierra Leona, en el hospital de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en donde trabajaba como médico.

El religioso berciano pasó los últimos 30 años de su vida trabajando como misionero en África y allí contrajo la terrible enfermedad que puso en alerta a medio mundo por el riesgo de que se produjera una epidemia de carácter global. Era el segundo español que se contagiaba, tras el caso del padre Miguel Pajares, también sacerdote de la misma orden y que falleció días antes, después de ser trasladado desde Liberia a Madrid.

Traslado a España

Una vez diagnosticado de ébola, García Viejo manifestó su voluntad de ser trasladado a España, una repatriación envuelta en la polémica pese al impresionante protocolo de seguridad desplegado para evitar nuevos contagios. La operación para traer de vuelta al misionero estuvo coordinada por los ministerios de Sanidad, Defensa y Asuntos Exteriores y Cooperación. La planificación corrió a cuenta del Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa y la ejecución contó con personal y medios del Ejército del Aire.

El avión de las Fuerzas Armadas en que se trasladó al misionero desde Freetown hasta la base militar de Torrejón contaba con una cámara de aislamiento para mantener estabilizado al enfermo y con más de una tonelada de material médico diverso. En él, viajaban dos tripulaciones de vuelo más dos equipos médicos, todos ellos protegidos con monos impermeables de los pies a la cabeza, gafas, mascarilla, guantes y calzas, para aislarlas de fluidos o partículas contaminantes en el área de trabajo próxima al paciente.

Murió sin recibir tratamiento para la enfermedad

García Viejo ingresó en el Hospital Carlos III de Madrid en el séptimo día de desarrollo de la enfermedad. Su estado era delicado ya que sufría fallos hepáticos y renales que se sumaban a los problemas de corazón que arrastraba el misionero. La franja crítica en el desarrollo del ébola va desde el octavo hasta el decimosexto día desde que se contrae la enfermedad y García Viejo superó 72 horas de manera estable desde que llegó a España, pero falleció el 25 de septiembre, en el undécimo día de la enfermedad, tras verse agravado su estado de salud.

El misionero no había recibido ningún tipo de medicación para tratar el ébola porque el suero experimental ZMapp se encontraba agotado en todo el mundo en ese momento a causa de la psicosis desatada por los contagios. El único tratamiento que recibió fue sintomático.

Durante su ingreso en el centro hospitalario madrileño, García Viejo fue tratado por la auxiliar de enfermería Teresa Romero, que contrajo después la enfermedad pero consiguió superarla y salir con vida, pese a que la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, había insistido en que el riesgo para la salud pública era “prácticamente nulo”.

Funerales y entierro en Madrid y homenajes en Folgoso
Los protocolos de seguridad no acabaron con el fallecimiento del misionero, ya que su cadáver fue transportado por los servicios funerarios envuelto en fundas especiales y en un féretro sellado y de máxima seguridad. Todos los objetos personales de García Viejo fueron incinerados y la habitación quedó clausurada durante unos días mientras unos robots la desinfectaban con vapores de agua oxigenada.

Los restos mortales del misionero descansan en el cementerio de la Orden de San Juan de Dios, al lado de su compañero de orden, Miguel Pajares. El funeral por su alma se celebró en la capilla del hospital San Rafael aunque la familia también quiso celebrará una misa de funeral en la iglesia parroquial de su pueblo natal, Folgoso de la Ribera. El entonces alcalde de Folgoso, José Antonio García, decretó dos días de luto en el municipio, en los que las banderas ondearon a media asta.

Este viernes, cuando se cumple un año del fallecimiento, Folgoso ha dedicado un homenaje a la memoria de García Viejo con la plantación de un olivo, símbolo de la paz, y el descubrimiento de un monolito con una placa conmemorativa en la que se puede leer un acertado resumen de su vida: “Dio su vida por los demás en África y aquí, dignidad a su pueblo”.

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