Así presumía el ciberestafador ponferradino de un botín de cientos de miles de euros... que nadie sabe dónde está

Jordi Arias Fernández nació en Ponferrada y se crió en Cubillos, ahora reside en la prisión de Picassent (Valencia)

08 de Julio de 2019
Actualizado: 10 de Julio de 2019 a las 12:40
ciberestafador leon


 

El pasado viernes fue detenido Jordi Arias Fernández, un joven de 23 años conocido como el mayor ciberestafador de la historia de España. Jordi nació en Ponferrada y se crió en Cubillos del Sil, en el seno de una familia desestructurada y carece de formación académica. Los idilios del ponferradino con el crimen comenzaron con pequeñas estafas a través del smartphone de la pareja de su madre, y haciendo migas con "mercheros" y "quinquis". Ingresó en un centro de menores del que escapó y, ya cumplida la mayoría de edad, residió en una prisión del norte de España.

Este profesional del crimen organizado tiene una mente privilegiada para la estafa, ya que los crímenes eran perpetrados con tal maestría y discreción que la operación policial le ha bautizado como "Lupin", en honor al personaje de cómic Arsenio Lupin, un ladrón de guante blanco caracterizado por su elegancia. La Guardia Civil llevaba un año siguiendo la pista de este timador que precisamente vivía obsesionado con evitar su captura. Llevaba una vida nómada de hotel en hotel y cogía hasta 18 taxis en un día para dejar el menor rastro posible. Era el líder de una banda criminal en la que todos tenían una función: informáticos, "mulas", e incluso matones. 

Con tan solo 23 años llegaba a acumular botines de 300.000 euros, cuyo paradero es totalmente desconocido por las autoridades. El chico presumía de llevar una vida de lujos y excesos, incluso se grababa a sí mismo sacando dinero en cajeros de las cuentas bancarias de las víctimas y alardeando de las desorbitadas cantidades de billetes que atesoraba. Es más, se jacta con los agentes responsables de su detención de invertir dinero en "ponerles tetas" a sus novias.

La Guardia Civil ubica el origen de su delincuencia en una infancia turbia, pues uno de sus padres de acogida fue el responsable de enseñarle a acometer ciertas estafas. Jordi se burlaba de sus víctimas y atormentaba a sus asalariados si tenían la osadía de intentar tomarle el pelo. De hecho, en alguna ocasión se hizo pasar por un agente de la UCO y se ponía en contacto con algunos estafados para saber dónde habían denunciado y evitar ser descubierto.

Ahora, los investiagadores de la operación rastrean la ubicación de su fortuna. Las principales hipótesis son los paraísos fiscales o la moneda virtual llamada bitcoin, pero no hay ningún indicio claro. Mientras, Lupin y dos de sus secuaces pernoctan en la cárcel de Picassent en Valencia.