Frías interpretará obras de dos de los más grandes compositores en la historia de la música clásica, como son Beethoven y Franz Liszt, más el añadido de un tercer compositor, Valentín Silvestrov, cuya música se escuchará por primera vez en Villafranca del Bierzo este sábado.
El mismo tendrá como eje central la Sonata n.31 Op. 110 de Beethoven, obra que junto a las sonatas 30 y 32 constituye el testamento pianístico del genio de Bonn. Esta Sonata es en realidad tan grande e imponente como aquellas dos, sobre todo por la fuga del “finale”, Está construida en cuatro movimientos (si bien algunos estudiosos consideran al adagio y la fuga un solo movimiento).
De Liszt, Frías interpretará dos obras en honor a este Festival, “La capilla de Guillermo Tell” y el primer número de “Las armonías poéticas y religiosas”. En “La capilla de Guillermo Tell”, la primera de las tres suits denominadas “Años de peregrinaje”, la introducción es lenta y aparecen tres acordes que van expandiendo el material poco a poco, que incluso moldean el material que aparecerá luego en la coda, de forma variada. La sección intermedia evoca la música de la trompa alpina, otro de los emblemas suizos por excelencia. En esta segunda sección es mantenido el material inicial, De la segunda hay que apuntar que a batalla central de la existencia de Liszt se debatió en el terreno religioso y fue la música el cauce a través del cual expresó sus más hondos sentimientos. No es de extrañar, pues, que ávido del espiritualismo meditativo del que se rodeó, Liszt compusiera este monumental políptico pianístico, una obra cuyo carácter visionario la convierte en una de las cimas del misticismo romántico.
Eduardo Frías presentará en este Festival al compositor ucraniano Valentín Silvestrov, descrito por muchos artistas de relevancia internacional como uno de los grandes genios de la segunda mitad del Siglo XX. Silvestrov es conocido por su estilo musical posmoderno, y algunas, si no la mayoría de sus obras, podrían considerarse neoclásicas y post-modernistas. Mediante el uso de la técnica modal y tonal tradicional, Silvestrov crea un tapiz único y delicado de texturas dramáticas y emocionales. Estas cualidades, según Silvestrov, se han sacrificado en gran parte de la música contemporánea