“Las armas de fuego cortas tienen la finalidad de defensa o agresión, no cinegética o militar. Son armas de defensa o para agredir y el revólver es perfectamente capaz de acabar con la vida de alguien. Un niño podría dispararla”, manifestó. Además, el revólver tiene la ventaja de que no expulsa las vainas, con lo que no deja pruebas, rastro externo de los disparos.
El arma homicida, un revólver Taurus de calibre 32 fabricado en Brasil, tenía borrada la numeración de serie -punzonada-, y fue imposible recuperarla por procedimientos químicos. Uno de los cartuchos que contenía no fue percutido, es decir, los disparos que hizo Montserrat no fueron consecutivos; algo que puede deberse a una manipulación previa del mismo o al nerviosismo de la autora en el momento de los hechos, según explicó.
La pistola que fue localizada en casa de Triana, ya de cierta antigüedad, aunque en buen estado, no tenía número de serie pero no presentaba signos evidentes de borrado. La Sección de Balística Forense de la Policía Nacional recibió tres envíos con segmentos sobre el revólver y una pistola, cuatro vainas percutidas y tres núcleos de plomo recuperados del cuerpo de la víctima, del mismo calibre que parte de los cartuchos intervenidos.
Los cartuchos de tres calibres distintos encontrados en la vivienda también fueron analizados. Uno de ellos correspondía a los de la pistola, otros eran aptos para ser utilizados con el revólver y el último, de calibre oficial, no se ajustaba a ninguna de las dos armas encontradas.