Cabe señalar que la nueva explotación se encuentra a apenas 100 metros de otra cantera del mismo promotor, que cuenta con declaración de impacto ambiental favorable, aunque existen actualmente cuatro sentencias que anulan las licencias de la propia explotación, de la planta de tratamiento y clasificación de áridos y de los caminos de acceso, por no haber sido considerados conjuntamente en su día en un único procedimiento de evaluación de impacto ambiental.
Al respecto, la actual iniciativa incluirá la instalación de una planta de machaqueo y clasificado, la construcción de los caminos de acceso y la rehabilitación y revegetación de los terrenos afectados por la explotación, así como la gestión de los estériles inertes producidos durante el aprovechamiento minero. La superficie nueva de explotación se llevará a cabo sobre un terreno de casi 13 hectáreas, de manera que las dos canteras sumarán más de 36 hectáreas.
En la explotación, se utilizarán métodos como la perforación neumática, el uso de explosivos y el arranque de materiales con retroexcavadora y palas cargadoras. El volumen de estériles que la empresa prevé producir en la explotación es de 405.000 metros cúbicos, que se reubicarán en el hueco existente en la explotación contigua, en fase de cierre, y posteriormente en el hueco de la nueva cantera, mediante minería de transferencia. No será necesaria la construcción de escombreras definitivas, pero sí de depósitos temporales de reducidas dimensiones dentro de la propia explotación.
La Asociación Tierra Seca se opuso al proyecto desde sus comienzos y consiguió la paralización de la actividad por procedimiento irregular por parte del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de León en el año 2014. Cuando en agosto de 2016 Graveras del Bierzo retomó el proyecto, el colectivo anunció de forma inmediata la presentación de alegaciones a lo que consideraba como una "chapuza".