Los parásitos nativos podrían controlar hasta una cuarta parte de la población de avispilla del castaño

31 de Mayo de 2017
Actualizado: 21 de Junio de 2017 a las 12:05
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Las primeras conclusiones del proyecto nacional Bidadryo, que analiza la distribución y daños provocadas por la avispilla del castaño en el noroeste de la península, apuntan a la existencia de parásitos nativos que podrían eliminar hasta el 25 por ciento de las larvas de este insecto, que ya ha cruzado la frontera gallega y ha sido detectado en municipios bercianos como Vega de Valcarce y Oencia. En la jornada técnica celebrada hoy en el Campus de Ponferrada de la Universidad de León (ULE), los responsables del proyecto también informaron a los castañicultores sobre la “utopía” que supondría erradicar “una plaga con la que habrá que aprender a convivir”.

En esa línea, el profesor de la ULE y coordinador del proyecto, Fernando Castedo, recordó que diversos estudios realizados en Galicia y el norte de Portugal durante el año 2015 observaron que hasta una cuarta parte de las larvas estaban parasitadas por especies autóctonas. “Es importante saber de qué disponemos nosotros, aunque aún quedarían por controlar casi tres cuartas partes de la plaga”, explicó Castedo.

El proyecto Bidadryo no dispone todavía de datos concluyentes, ya que el trabajo de campo se inició a principios de año. “Empezamos en enero, no llevamos ni seis meses por lo que aún no tenemos grandes avances ni resultados definitivos”, explicó Castedo, que recordó que se trata de un “proyecto a largo plazo” en el que los resultados se obtendrán a un año vista. Esta “fase preliminar” se ha intensificado en los dos últimos meses, con el brote de las agallas en los árboles, que los investigadores analizan en busca de la presencia de la plaga.

Es en esas agallas en las que se ha detectado la presencia de “parasitoides nativos” que atacan a la avispilla del castaño. Los responsables del proyecto se centran ahora en evaluar qué tasa de parasitismo pueden desarrollar, es decir, “qué porcentaje de larvas puede estar controlada por parasitoides nativos”. “Previsiblemente no podrán controlarla del todo y será necesario liberar Torymus”, admitió Castedo.

 

Torymus sinensis

El Torymus sinensis, la especie que hasta ahora se ha utilizado para combatir la llegada de la avispilla del castaño es también una especie introducida, por lo que su presencia masiva podría provocar “efectos secundarios no deseados” en su interacción con el resto de insectos autóctonos, tal y como explicó la subdirectora de la Escuela Superior y Técnica de Ingeniería Agraria (Estia), Flor Álvarez Taboada. “Queremos ver si los enemigos naturales de esa plaga consiguen luchar contra ella y parece claro que en las masas de roble hay ciertos insectos que pueden ayudar a controlar las poblaciones de avispilla”, aseguró Álvarez.

En ese sentido, la subdirectora recalcó que “es muy importante saber donde hay que hacer sueltas” de Torymus, ya que su presencia podría dificultar la acción de otros enemigos naturales de la avispilla. Al respecto, Álvarez subrayó que “no se pueden hacer sueltas indiscriminadas, técnicamente no es posible”, por lo que este año no se han llevado a cabo.

El objetivo de este control es “mantener la población en unos niveles normales, en el que los daños económicos y ambientales estén controlados”. “Tratar de erradicar las plagas es una utopía, las plagas habitualmente conviven, el problema es cuando la población aumenta mucho”, resumió Álvarez, que subrayó que “lo fundamental es estar muy atentos a la presencia de la avispilla, revisar yemas y hojas y contactar con los agentes medioambientales cuando se encuentren larvas”.

 

Pérdida de rentabilidad

Por su parte, el director de la Mesa del Castaño, Pablo Linares, recordó que en la comarca la avispilla ya ha sido detectada en municipios limítrofes con Galicia, como Vega de Valcarce y Oencia. Este “ataque inicial”, que de momento presenta “poca densidad de plaga en los sotos”, provoca el “temor a futuro” de los castañicultores, explicó Linares. “Tienen miedo porque no saben si la administración responderá rápido y se autorizarán sueltas de Torymus”, aseguró.

En esa línea, el director de la Mesa del Castaño avanzó que “en el punto en el que estamos, tardaríamos tres o cuatro años hasta que las producciones se vieran afectadas”. “Jugamos con ese margen para descubrir qué medidas pueden ser efectivas y para presionar a las administraciones para que las pongan en marcha”, recalcó Linares, que subrayó que “lo que asusta a los castañicultores es que las producciones queden paralizadas y se produzca una pérdida de rentabilidad y el abandono de los sotos”.

Al respecto, Linares coincidió en que “una vez que la plaga ha entrado en el territorio no va a desparecer” y que la presencia de la avispilla debe mantenerse en una “situación de equilibrio” en la que sus daños a los cultivos “no resulten significativamente importantes”.

 

Proyecto Bidadryo

El proyecto Bidadryo es el único a nivel nacional, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, que analiza las repercusiones que la plaga de la avispilla está causando en el noroeste peninsular. En él, participan las universidades de Santiago, Oviedo y León, así como la Complutense de Madrid y la norteamericana Universidad de Dartmouth, junto al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Entre los objetivos del proyecto, destacan aspectos como determinar la distribución de la plaga para saber dónde actuar y estudiar los patrones de comportamiento. Además, también se pretende conocer el ciclo biológico de este insecto llegado desde Japón para determinar cómo se ha adpatado al entorno y hacia dónde va a ir.