En la sexta y última sesión del juicio, Pedro Muñoz ha ejercido su derecho a pronunciar la última palabra de la vista. Una larga intervención que concluyó asegurando que con "67 años he descubierto lo que es una relación tóxica".
El acusado se ha esmerado en expresar todo aquello que ha considerado importante y que no había sido comentado por su defensa, no obstante, ha comenzado con agradecimientos al tribunal y al presidente de la sala por "el respeto, la consideración, pues no se puede ser indiferente al dolor ajeno, ni de un acusado, ni de un culpable".
Tras ello Muñoz ha comenzado a elevar el tono, llegando incluso a parecer nervioso al comentar el estado de Raquel sobre el que ha comentado que debido al mismo sus delcaraciones no pueden ser coherentes. En ese momento ha asegurado que "yo no tengo ninguna animadversión contra Raquel, la he querido muchísimo, es posible que la haya querido más que a nadie. Le he salvado la vida literalmente, porque de no estar allí no era viable. Y que se diga que cuatro horas antes la he agredido…”.
Un poco más relajado, ha comentado que durante el tiempo en el que se produjeron los hechos hasta hoy, Pedro se ha "sentido invisible. He sido indiferente. No he podido abrir la boca en cuatro años", no obstante, ha declarado que "cuando me llama acusado siento que existo". Todo esto ha servido de antesala para comentar que "por aquello que Raquel dijo que no se acordaba bien, ¡yo he pasado dos años en la cárcel! Y ahora quieren que esté posiblemente el resto de mi vida".
También ha defendido su posición, asegurando que "me ha molestado mucho que se me haya dicho 'que la has vuelto loca', cómo se puede decir esa barbaridad. Cuando no estaba loca comentaba a sus amigos que la Policía iba a nuestra casa por temas de maltrato, no estaba loca y no le había pasado nada, ¿por qué dijo eso?".
Además, Muñoz ha asegurado que "no he cambiado mi versión de los hechos. Cuando me preguntan que paso no sabía que lesiones tenía, pero sabía que estaba grave. No sabia lo que había pasado, jamas afirme que le había pasado esto o lo otro, lo que mantengo es lo que dije en instrucción".
Una vez comentada esta defensa se ha referido a pruebas ya conocidas, por lo que el juez le recordó que la última palabra no tiene como fin repetir argumentos ya conocidos. Así, ha dado un giro a sus declaraciones y entre sollozos ha comentado que pidió el divoricio a Raquel hasta en tres ocasiones.
Sobre una de ellas ha comentado que "se fue varios meses a Villafranca, esa es la libertad que tenía. Yo no he controlado a nadie en mi vida. He sido controlado”. Un segundo aviso del juez ha vuelto a hacer cambiar de sentido a Pedro que ha aseguardo que "Tengo 67 años y toda mi vida he sido una persona que he dado mi vida a los demás. He hecho hasta cursos de violencia de género. Ahora sé lo que es una relación tóxica; aquella en la que la otra parte de controla, te manipula, te difama y no te enteras hasta que te encuentras en la cárcel acusado de cosas que no sabes ni qué ha pasado".
Policía Local y Ayuntamiento de Ponferrada
El abogado de la acusación particular confirmó, tras concluir el juicio, sobre el incidente registrado en marzo de 2018, atendido por la Policía Local de Ponferrada, cuando Raquel Díaz llamó al 1-1-2, que “hay que averiguar por qué gritos de auxilio se convirtieron en “ruidos entre vecinos” y Raquel no fue atendida y tenemos que continuar con las actuaciones para intentar derivar responsabilidades con instituciones o personas que pudieran haber intervenido en que Raquel no hubiera sido atendida debidamente”.
Gritos contra Muñoz
Representante de colectivos feministas, que el primer día del juicio acudieron a la Audiencia Provincial de León para apoyar a Raquel Díaz e increpar a Muñoz repitieron hoy su gesto con el acusado, al que dedicaron gritos como “Asesino” o “Pedro, cabrón, púdrete en prisión’.
