El SARS-CoV-2 acapara prácticamente toda la atención del sistema sanitario, algo comprensible teniendo en cuenta la gravedad de esta pandemia. Pero como daño colateral está perjudicando gravemente al resto de afecciones médicas que también existen aunque ahora hayan sido relegadas a un segundo plano. "La gente muere de más causas, no sólo de COVID". Así de contundente comienza el relato de Desiré (cuyo apellido no desvelaremos para proteger su privacidad), una mujer de 37 años de Ponferrada cuya familia está sufriendo una situación ya de por sí compleja, agravada por la crisis sanitaria del Coronavirus.
Su marido, de 34 años, fue diagnosticado de un tumor cerebral grave en enero de 2019. En marzo de ese mismo año se sometió a una complicada operación, en la que incluso estuvo despierto por necesidades de la intervención quirúrgica, en la que no pudieron extirpar la totalidad del tumor. Desde entonces, se encuentra en tratamiento de quimioterapia con pastillas y se somete a resonancias cada tres meses para vigilar la evolución del cáncer. Pero desde la irrupción del COVID no le han vuelto a atender de manera presencial. Tenían una cita el 7 de octubre para conocer los resultados de la última resonancia, pero el día 6 le cancelaron la cita presencial bajo la premisa de que le darían los resultados por teléfono. Una llamada que nunca llegó. En este contexto, Desiré comenzó una lucha de llamadas y reclamaciones que por fin desembocaron en una llamada a las 19:30 horas del miércoles para confirmar los buenos resultados de la última resonancia. Pero "dentro de tres meses nos va a volver a pasar, a nosotros y a mucha más gente", lamenta Desiré. "Estamos pasando un calvario", insiste, al tiempo que asevera que la unidad de oncología del Hospital del Bierzo está "absolutamente colapsada".
Al desconocimiento sobre la evolución y estado del cáncer, se añade una analítica que le realizaron en consulta privada que reveló que las defensas del marido de Desiré se encontraban muy bajas. Otro agravante en este contexto, es que tienen una hija de 4 años, que no puede acudir al colegio, pues las defensas de su padre son demasiado bajas y hay que extremar las precauciones para evitar que el virus entre en su hogar. Por ello, Desiré dedica sus mañanas a impartir clase en casa a la pequeña. "Estamos desesperados", lamenta ella. Además, él ha desarrollado hongos en la piel a raíz de la quimioterapia y lleva dos meses esperando una cita en dermatología.
Desiré también critica que para poner una reclamación, desde el Hospital le exigen acudir de manera presencial al centro. "No pasan consulta presencial pero para presentar una reclamación sí tengo que ir", apunta ella de manera irónica. La alternativa es una queja a través de una plataforma online que no resulta nada práctica.
Así las cosas, esta familia berciana espera que su historia a través de los medios pueda implicar alguna mejora en esta trágica situación demasiado común en tiempos de COVID. Y es que la prensa nacional ya lamenta titulares de fallecimientos de pacientes con otras patologías (entre ellas el cáncer) a la espera de ser atendidos en el marco del colapso sanitario.