La exposición 'La Ciudad del Dolar' muestra dos barrios y dos mundos en la Ponferrada de los años 50

Relata a través de fotografías, carteles, libros y recortes de prensa una década de crecimiento demográfico e industrial.

07 de Junio de 2018
Actualizado: 26 de Junio de 2018 a las 11:46
gancedo-635




Dos barrios, dos mundos distintos y una ciudad en construcción. La exposición 'La Ciudad del Dolar' hunde las raíces en la historia de Ponferrada durante la década de los 50 para relatar a través de fotografías, carteles, recortes de prensa, postales y libros un periodo dorado y contradictorio. Inaugurada este jueves, la muestra puede visitarse en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura.

Ponferrada experimentó el mayor cremiento demográfico de España y duplicó su población, pasando de los 15.000 a los 30.000 habitantes. La ciudad quedó perfilada en dos barrios separados por el río Sil. El barrio alto perdió pujanza en detrimento del barrio de la Puebla. La zona alta quedó reservada para actividades administrativas y actos religiosos mientras la zona baja se dinamizaba a base de comercios, bares y cafeterías. La calle del Reloj, la plaza de La Encina y el Rañadero, hasta entonces arterias comerciales de la ciudad, dejan paso a la Puebla como el barrio más importante de la época.

'La Ciudad del Dolar' está inspirada en dos libros clave, 'El año del Wolfram' y 'El merendero de la señora Oliva' a través de los que se puede comprender la vida de la ciudad en los años 40 y 50. La instalación de la central de Compostilla, el pantano de Bárcena y la acería Roldán configuran una nueva ciudad, más poblada, más industrial y con una intensa vida nocturna que convive con una religiosidad que lo impregna todo.

La muestra articula estos dos mundos a través de la cartelería del 50 aniversario de la coronación de la Virgen de la Encina y del piano de la familia Casasola. La colección adquirida a la Casa Artigot de Zaragoza, formada por 129 negativos, 48 diapositivas, 130 fotografías de las postales y 16 negativos de las fiestas de La Encina de 1958 ayudan a comprender los entresijos de una ciudad cambiante en pleno apogeo.