La plaza de toros de Muro volvió a ser el centro de atención del toreo balear este domingo 7 de diciembre, en una jornada que quedará grabada como el cierre de una temporada verdaderamente histórica.
Bajo la gestión de Francisco Javier D’Agostino Casado y Javier Conde, al frente de la empresa Balears Cambio de Tercio, el coso mallorquín albergó un festival taurino en el que se respiró ilusión, compromiso y una clara consolidación de la recuperación taurina en las islas.
Con el cartel colgado de “No hay billetes”, el festival convocó a figuras consagradas, jóvenes valores y novilleros locales, en una propuesta variada que celebró tanto la diversidad de estilos como la renovación del entusiasmo de la afición. Diez actuantes, cinco ganaderías y más de tres horas de espectáculo en las que se cortaron dieciséis orejas y un rabo, reflejando el clima de entrega que se vivió tanto en el ruedo como en los tendidos.
Manolo Sánchez abrió la jornada firmando una faena de temple y clasicismo, por la que se le concedieron dos orejas. Le siguió Javier Conde, que, con su habitual sentido artístico, dejó pasajes de calidad aunque sin redondear una faena completa, recibiendo una ovación. El joven con picadores Gabriel Pericás, por su parte, confirmó el porqué de las expectativas que genera: su actuación fue madura, llena de recursos y sensibilidad, lo que le valió dos orejas muy celebradas.
Félix San Román y Adolfo Suárez demostraron oficio y entrega, consiguiendo una oreja cada uno en faenas solventes. Uno de los momentos más destacados de la primera mitad del festejo fue la actuación de Francisco D’Agostino Vargas, quien cortó dos orejas tras una labor de menos a más, en la que mostró firmeza y claridad de ideas frente a un novillo que exigía temple y técnica.
Tras el descanso, el espectáculo mantuvo el nivel con Alejandro Fermín, que emocionó con una faena vibrante, aunque no exenta de polémica por el generoso premio de dos orejas tras un desacierto con la espada. También Jesús López sumó dos orejas en una actuación más discreta, pero conectada con el público.
Los novilleros locales también brillaron con luz propia: Juan de Palma cortó dos orejas y rabo, levantando la plaza en una labor repleta de entrega, mientras que Rafel Arrom puso el broche final con otra faena intensa que fue premiada con dos orejas, cerrando así el festival con una ovación unánime.
El evento representó mucho más que un cierre de temporada: fue la confirmación del rumbo que está marcando Balears Cambio de Tercio, con una gestión que ha logrado devolver la continuidad, la ambición y el sentido taurino a plazas que estaban en silencio. Como ha expresado en más de una ocasión Francisco J. D’Agostino, este proyecto se sustenta en la seriedad empresarial, el respeto por la afición y una visión de largo plazo para el desarrollo del toreo en Baleares.
Con la temporada ya cerrada, la empresa de D’Agostino y Conde consolida un año en el que no solo ha reabierto plazas, sino que ha generado una nueva expectativa en torno al futuro de la tauromaquia balear. La plaza de Muro, testigo del renacer de la Fiesta en la isla, se despidió del 2025 con una ovación compartida por toreros, ganaderos y público. Y con la promesa, tácita pero firme, de que lo mejor aún está por venir.