Ellas, la magia de las letras bercianas festejando el Día de las Escritoras

No están todas las que son pero sí son todas las que están, grandes escritoras, nacidas o vinculadas al Bierzo, que demuestran que las letras no tienen género.

16 de Octubre de 2017
Actualizado: 20 de Octubre de 2017 a las 14:11
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Noemí Sabugal. Foto ICAL. Ester Folgueral. Foto Dani Graña. Carmen Busmayor, Sara R. Gallardo, Pilar Blanco, Amparo Carbollo, Miriam Alonso. Noemí Sabugal. Foto ICAL. Ester Folgueral. Foto Dani Graña. Carmen Busmayor, Sara R. Gallardo, Pilar Blanco, Amparo Carballo, Miriam Alonso.

Una mujer necesita quinientas libras al año y una habitación propia para poder escribir, decía Virginia Woolf. Tiempo y espacio para dedicarse a la escritura. Aquellas que lograron ‘una habitación propia’ tuvieron que abrirse camino entre el lodazal de prejuicios. No fueron pocas las que publicaron bajo seudónimos masculinos o las que dejaron la mayor parte de su obra en el cajón, contando con la curiosidad o la avidez de algún familiar tras su muerte.

Todavía hoy las obras firmadas por mujeres son etiquetadas como literatura femenina, pero ¿tiene sexo un libro? Flaubert y Jane Austen hablan sobre la rutina y los anhelos de una mujer de provincias, sin embargo, las obras de Austen son tachadas en muchos casos de novela romántica y Madam Bobary no falta en ninguna lista de clásicos universales. Este lunes es el Día de las Escritoras, promovido por la Biblioteca Nacional y la Asociación Clásicas y Modernas, pretende reivindicar la figura de las escritoras, las de antes y las de ahora, en muchos casos ensombrecidas por la historia.

Aquí no están todas las que son pero sí son todas las que están, grandes escritoras, nacidas o vinculadas al Bierzo, que demuestran que las letras no tienen género.

Ester Folgueral, escritora y poeta, es fundamental en el actual panorama cultural y literario berciano. Imparte talleres de escritura, organiza clubs y programas de animación a la lectura, y es la responsable de los encuentros Antonio Pereira. Su vocación, como la de la mayoría de las profesionales con las hemos hablado, fue temprana. Comenzó a interesarse por la literatura de niña,  estudió periodismo y pronto empezó a publicar poesía. “Ganarse la vida con la escritura es muy complicado”. Destaca la buena relación con sus compañeros, no obstante, no niega la evidencia.  Las mujeres cobran menos, adquieren menos puestos de importancia y cuando se organizan eventos o conferencias parece que sólo se acuerdan de las mujeres cuando hay que llenar el cupo de la paridad”. Como ejemplo, nombra las cuatro antologías que hace diez años se publicaron de escritores bercianos, cuatro libros que dieron voz a cuarenta hombres y a dos mujeres.

“De niña me gustaba el romanticismo de la literatura, la idea de trascender”, cuenta Sara. R Gallardo. La escritora ha pasado de ser una de las voces más prometedoras de la Comarca   para convertirse en una de las grandes poetas nacionales. La universidad y el colectivo literario al que pertenecía le sirvieron como aprendizaje. “Descubrí que lo que yo sabía no era nada”. En 2010, durante el festival Versatil.es, uno de los dos editores a los que leyó su obra vio algo en ella. Ahí empezó otro camino. “Con el tiempo, me preocupa perder esa pulsión adolescente, un poco ilusa, desorientada. Se desdibuja el objetivo y no sabes si escribes para ti, para los demás o para conseguir algo”.

En cuanto al papel de la mujer en las letras, “hay demasiadas situaciones en la vida de una mujer en las que se la valora por cosas que no tienen nada que ver con su capacidad profesional”, afirma. “Las estructuras de la literatura siguen siendo masculinas, la mayoría de altos cargos, directores de editoriales o de revistas culturales son hombres”. Para Gallardo, se tiende a pensar que lo femenino es particular y lo masculino universal, sin embargo, “incluso las experiencias más profundamente femeninas, como la regla o parir, afectan a la mitad de la población, son universales también”. ¿Un referente? La poeta luxemburguesa Anise Koltz. “Con su pasión rompe los prejuicios que puedas tener sobre la edad, con más de ochenta años escribe como si tuviera veintitrés”.

La escritora y periodista Noemí Sabugal entró en el panorama literario por la puerta grande. Sus dos primeras novelas ganaron premios y fueron publicadas a nivel nacional con muy buena distribución. Asegura haberse sentido siempre bien acogida y considerada por sus compañeros, pero a nivel nacional “la presencia de escritoras es una cuestión a trabajar”. Destaca que la mayor parte de los críticos literarios son hombres y la mayor parte de los libros que tienen el aval de la crítica son de hombres. “Nos siguen tratando como a una minoría y somos el cincuenta por ciento de la población”. Como ejemplos, las ‘Sin sombrero’ escritoras de la generación del 27, como María Zambrano o María Teresa León, que no fueron tan valoradas como sus coetáneos hombres o la injusticia cometida con Emilia Pardo Bazán, a la que la RAE negó la entrada por su sexo.

Para Miriam Alonso, escritora precoz que ganó su primer premio, el Max Aub de prosa con tan sólo 14 años, la literatura es algo tan importante como para dedicarle “horas diarias, noches de insomnio, lágrimas y brindis”. Novelista y autora de cuentos infantiles, declara haber tenido la suerte de conocer y relacionarse con personas brillantes que enriquecen su vida. No obstante, asegura que en ocasiones se crean determinados grupos o círculos donde “se batalla fuertecito”, “pero ahí la cosa trata de egos y el ego, en esto de las letras, no tiene sexo”. Alonso echa en falta más impulso cultural en la Comarca. “Cuando vine a vivir aquí pensé que encontraría filandones en cada esquina (estoy deseando asistir a uno), tertulias de bar entre escritores,  eeuniones semanales, clubes de lectura variados, pero me llevé una desilusión importante”. Sin embargo, dice, “El Bierzo es el escenario perfecto para crear”.

Carmen Busmayor se ha ganado a base de trabajo y talento el reconocimiento mucho más allá de la Comarca. Estudió en el instituto de Fabero, donde siendo adolescente comenzó a escribir sus primeros textos. “Vistos ahora me parecen bastante malos”, advierte. Ensayista y por encima de todo poeta, asegura que la literatura es algo “esencial” sin lo que “no podría vivir”. “A las mujeres nos cuesta más hacernos un hueco, ellos tienen un sentido del compañerismo que nosotras no tenemos”, sin olvidar que “los mecanismos están en manos de hombres, incluso en los jurados de los premios la mayoría son hombres”. ¿Mujeres que la inspiran? Carmen Conde y Rosalía de Castro.

Escritora, editora, poeta y columnista, Amparo Carballo es una todo terreno en el mundo de la literatura. Directora de Ediciones Hontanar, ha publicado poesía, biografía, novela y  literatura infantil. “Lo poco o mucho que he conseguido me lo he ganado con esfuerzo, con trabajo y en soledad”. “En mi época, en el colegio, aprendíamos muy poco o nada en relación a las  mujeres escritoras. La literatura femenina una y otra vez se ha intentado minusvalorar. Sin embargo, crece y resiste con la fuerza que tiene la rebeldía de las grandes pensadoras de todos los tiempos”, apunta. ¿A qué mujeres admira Carballo? Sostiene que son muchas pero si tuviera que elegir, la uruguaya Idea Vilariño y su paisana, la poeta berciana Pilar Blanco.

Según sus propias palabras, Pilar Blanco vive dentro de la literatura desde que tiene memoria. A fuego lento, como se forjan los grandes amores. Primero con la lectura, después vino la escritura. Las novelillas de aventuras que leía a sus amigas en los recreos, el primer premio de poesía que ganó y la idea desde entonces instalada en su cabeza. ¡Podría ser poeta! Habla sobre la literatura calificada como “femenina” y la moda de la paridad. “El hecho de asistir a un congreso literario en el que una sesión se dedica exclusivamente a escritoras, en lugar de integrarlas, o figurar en una antología de ‘poesía de mujeres’ o presentarme a un premio de poesía para mujeres o publicar en una editorial o colección de poesía ‘femenina’ es decirme a la cara que no puedo jugar en una división única donde se valore lo que se escribe en lugar de quien escribe”.
La literatura, buena o mala “se sostiene a sí misma por encima de su portador”, afirma Blanco. Así es.