Los abruptos incrementos en el precio de la luz en las últimas semanas, en plena ola de frío, han desatado una crisis eléctrica con el consiguiente aumento de la demanda de energía que ha llevado a muchas compañías a reactivar centrales inactivas durante meses, en pleno proceso de descarbonización a nivel nacional.
Ha sido el caso de Endesa, que ha devuelto a la vida las centrales de As Pontes (en A Coruña) y de Litoral (en Almería). Por otro lado, EDP también ha reactivado la central de Soto de Ribera, a 7 kilómetros de Oviedo. Según datos de Red Eléctrica de España (REE), se ha dado una notable escalada en la generación con carbón desde el pasado 3 de enero, con una producción de 6 Gigawatios hasta un pico el 9 de enero con 46 GW, lo que supone un aumento del 766%.
Mientras Endesa pone As Pontes y Litoral a toda marcha, acelera también pero en dirección contraria el desmantelamiento de la central térmica de Compostilla II, en Cubillos del Sil, cerrada definitivamente el mes de junio de 2020. Desde entonces, las labores de desafección avanzan no exentas de polémicas, al haber establecido unos cuestionables traslados para los trabajadores muy lejos del que siempre ha sido su hogar.
Y además, asestando un duro golpe a la industria berciana que ya estaba en los huesos. Sin ir más lejos, todavía dura en nuestros oídos el eco de la trágica e histórica demolición de la chimenea de Anllares el pasado 25 de noviembre.
En cualquier caso, Endesa ya ha salido a la palestra para dar quietud a toda esperanza. Ha matizado que las centrales de As Pontes y Litoral volvieron a producir en las últimas semanas como respuesta al requerimiento de Red Eléctrica para cubrir necesidades en la zona y por cuestiones de precio. "Endesa no tiene vocación de producir con carbón", reiteran para subrayar que se trata de una vuelta a la vida circunstancial y temporal.
Recordemos que el 8 de enero la factura de la luz sufrió un pico histórico al encarecerse en un 27%, y el pasado 12 de enero un nuevo revés con otra subida del 2,18% mientras los termómetros de todo el país marcan mínimos en muchos casos históricos.
En este contexto, el incremento de la tarifa, además de coincidir con la borrasca Filomena y los drásticos desplomes de temperaturas a nivel nacional, responde a la ausencia de sol y viento, que traen consigo un impedimento a la generación de electricidad a través de energías renovables, por lo que el sistema eléctrico se ve forzado a hacer uso de sus reservas de gas y carbón. De ahí que las compañías eléctricas hayan buscado alternativas a la situación que no hacen sino ahondar en una herida abierta para las zonas más afectadas por los cierres, desmantelamientos sobre los que el fantasma de la descarbonización planea desde hace años.