Endesa redujo este 2018 las compras de carbón autóctono un 35% para la central térmica en Compostilla

HBG se ha quedado sola en el suministro de mineral nacional a Endesa en Cubillos. Las empresas mineras de León y Asturias han metido en térmica unas 300.000 toneladas hasta noviembre

07 de Diciembre de 2018
Actualizado: 13 de Diciembre de 2018 a las 14:34
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central-térmica635
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Por Vanessa Silván - @VaneSilvan

A menos de un mes de cerrar un año trágico en los sectores minero y energético de la Comarca -con las incertidumbres y las amenazas de cierre que ya han dejado de ser tales- sólo han entrado unas 300.000 toneladas de carbón autóctono en la central térmica de Compostilla II. Esto supone un descenso del 35% en las compras de mineral que Endesa realiza a las empresas mineras de León y Asturias respecto al 2017, que ya había sido un año pésimo con las instalaciones paradas durante más de 100 días y el grupo 4 apagado durante casi dos meses. El año 2018 no ha sido muy diferente, pero sí peor.

En total, solo tres empresas mineras han suministrado unas 297.000 toneladas en 2018.Tras los últimos cierres, a Endesa ya solo le queda un suministrador de mineral nacional, Hijos de Baldomero García (HBG), que hasta noviembre habían metido en térmica 38.000 toneladas – de las 40.000 acordadas inicialmente con la compañía eléctrica hasta final de año-, extraídas de la mina La Escondida de Caboalles de Arriba (Villablino).

A este carbón se suma el suministrado por Astur Leonesa, que metió poco más de 28.000 toneladas hasta la aplicación del ERE de extinción, y por Unión Minera del Norte (Uminsa), que hasta que echó el cierre el pasado mes de noviembre ha aportado el grueso del combustible autóctono consumido por la central de Cubillos en 2018, unas 231.000 toneladas.

Por otro lado, no entra carbón de importación desde julio. Aún así hay stock de combustibles, unas 160.000 toneladas, que permitirían funcionar Compostilla hasta casi final de mes. A partir de entonces, habría que comprar importado para seguir funcionando. Y es que hasta que Endesa disponga de la autorización de cierre para Compostilla II, estas instalaciones tienen que estar disponibles para la generación eléctrica.

La situación era algo diferente en 2017, cuando entraron 455.000 toneladas de carbón nacional procedente de las explotaciones de seis empresas: Astur Leonesa (157.000), Minas del Narcea (127.000), Uminsa (61.000), HBG (31.000), Carbonar (75.000) y Minas del Bierzo Alto (4.000). Durante ese año, Endesa consumió unos 1,2 millones de toneladas de combustibles para el funcionamiento de la central térmica de Cubillos del Sil, para lo que dio entrada a más de 700.000 toneladas de coque de petróleo y carbón de importación frente a esas 455.000 toneladas de mineral autóctono.

Esa mayor presencia de combustibles extranjeros se repite en el 2018. Hasta noviembre, las calderas de Compostilla II habían quemado unas 623.000 toneladas de combustibles, de las que 254.000 corresponden a carbón autóctono y el resto, 369.000 toneladas, a combustibles extranjeros –carbón de importación (186.000) y coque de petróleo (183.000). Esto significa que el uso de coque y carbón importado supera en un 20% al mineral nacional.

Es una tendencia que se viene consolidando desde que «caducara», a partir del 2014, el real decreto de restricciones por garantía de suministro, que garantizaba la compra de carbón autóctono y un mayor protagonismo del mismo en la ‘mezcla’ para la generación eléctrica –hasta en una proporción del 80 por ciento–. Ahora las circunstancias son otras y la compañía eléctrica cambia esas proporciones en función del coste de cada combustible para poder ofrecer un precio competitivo en el ‘pool’, que es un mercado de venta de energía y cuyo funcionamiento sigue siendo una incógnita para la mayoría de los ciudadanos.

Y es que solo hace falta comparar las cifras de 2018 y las de hace cinco años, 2014, el último ejercicio en el que el carbón autóctono estaba “ayudado” para apreciar el peso que tenía entonces el mineral nacional y el que tiene ahora, en relación con el resto de combustibles. De suponer el 80% de la ‘mezcla’ en 2014 a justamente la mitad, el 40%, en 2018. De quemarse 1,6 millones de toneladas a 254.000 toneladas.

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