Como estaba previsto en el libro escrito por David Gustavo López, 'Los Últimos Priscilianistas. El enigma solar de Santiago de Peñalba y San Miguel de Celanova', los pasados 21 y 22 de diciembre a las 12 del mediodía, amaneció en Peñalba de Santiago, surgiendo el sol tras el pico de Casa Ladrón e incidiendo su rayo luminoso sobre la ventana saetera existente en la capilla norte de la iglesia, donde iluminó el mensaje grabado en la piedra dintel de dicha ventana.
Los alabastros que protegen de la entrada de la lluvia impidieron que el rayo luminoso accediese al interior del templo para incidir, tal y como matemáticamente está calculado, sobre el petroglifo de círculos concéntricos existente en la esquina noreste del pavimento de la nave. Todo un cálculo para que el 'outeiro' (la piedra sagrada con varios petroglifos), alineado con la ventana saetera, reciba la iluminación del Dios Sol.
