
Era la declaración más esperada, la madre de Triana y autora confesa del crimen... pero se ha negado a contestar a las preguntas del Fiscal y las acusaciones y la sala y el jurado se han tenido que conformar con las respuestas a su propio abogado.
Montserrat González, autora confesa de los tres disparos hechos con un revólver que el 12 de mayo acabaron con la vida de Isabel Carrasco, se negó esta tarde a contestar a las preguntas del fiscal y las acusaciones del juicio en el que se le juzga junto a su hija Triana y la amiga de ésta, la agente de Policía Local, Raquel Gago.
El fiscal Emilio Fernández lamentó que Montserrat se negase a prestar declaración y señaló que cuando en el sumario obran declaraciones auto-inculpatorias, como es el caso, el silencio de un acusado puede entenderse como contradicción. El magistrado-presidente le pidió que evitase hacer valoraciones al respecto y le autorizó a dar lectura a las preguntas que hubiera planteado a la acusada.
Es decir, el fiscal, ante el silencio de la acusada, solicitó incorporar sus dos declaraciones judiciales realizadas en 2014, para poder conseguir contrastarlas con sus palabras de hoy ante su abogado.
Ante las únicas preguntas, del letrado defensor, admitió que a Triana la "apadrinaron Gaspar, del hotel Gaudí, íntimo amigo de Herrera (Juan Vicente, presidente de la Junta", y el presidente de la Diputación, Javier García Prieto", y este último "creó una plaza para ella", que ocupó en junio de 2007, en calidad de interina. Al mes, el presidente de la Diputación cambió y pasó a ocupar el puesto Isabel Carrasco, ("la Carrasco", como Montserrat la ha llamado) con quien "se llevaba muy bien" su hija. Incluso le resolvió un problema con Hacienda por un coche de la joven técnico de Telecomunicaciones había adquirido en Alemania, donde había trabajado tiempo atrás.
Los problemas empezaron dos años después, cuando "Isabel la llamó para resolver un problema de un móvil y quería tener relaciones sexuales con ella", a lo que ella "había salido corriendo". Y "a partir de entonces todo cambio", justo un mes después de habérse convocado la plaza fija de funcionaria de Triana en la Diputación, con un año de retraso porque Carrasco "no quería que (la plaza) saliera.
A preguntas del defensor, mantuvo Montserrat era lo habitual que "se las daban a todos" las preguntas del examen de oposición. "Un empresario dijo que le llamara y le pidiera las preguntas, ella mandó un mensaje (a Carrasco) pero no le contestó". Y es que tras el presunto "incidente" sexual la relación se había enrarecido. "Triana pensaba que sí se la iban a dar a ella, pero aprobó sólo uno, que era el enchufado de ella, de Burgos". Lo ocurrido, maniobras extrañas, Triana lo "grabó con el móvil". Pero al final la plaza se había eliminado y "todos" los trabajadores le comentaron que era "para que mi hija no pudiera" ocuparla nunca. A raíz de todo ello, Triana perdió 25 kilos de peso.
"Fue una persecución increíble, empezó con Hacienda, que tenía que pagar dinero aunque le salía (la declaración) a devolver". También trabajó para Caja España, "tenía una factura de 5.000 euros y como ella (Carrasco) era consejera de Caja España no quiso pagarle la factura" de marzo de 2011. También "había dejado ya de trabajar en la Diputación, y sin embargo le metieron a juicio como 5.000 euros a pagar como si no hubiera tenido compatibilidad". Fruto de todo esto, tras perder el juicio la institución, "hubo unos gritos en el Palacio que escucharon muchos", y pese a todo volvió la Diputación a reclamar la cantidad por vía judicial.
"Le habían ofrecido trabajos, que la iban a ayudar, pero al final nada", explicó, segura de que "detrás estaba" Carrasco. Le dijeron gente del PP de la Junta, de Valladolid, que Triana iba a salir lo de directora, salieron todos (los puestos) en el periódico y a la semana salió otra chica que no era Triana". Montserrat dijo estar "convencida de que fue ella, habló con gente de allí para que no salieran con ella, ni a tomar vinos". Y llegado este punto, al relatar este 'acoso', llegaron las lágrimas de la madre en el juicio, incapaz de entender "por qué (Triana) tenía que irse" ante tales presiones.
"Una amiga suya que se llamaba Yoli se tiró al tren; y otro se pegó un tiro con la pistola de su padre, y la otra niña se tiró por la ventana... y yo no quería que a mi hija le pasara la mismo", añadió, ya deshecha en lágrimas, pidiendo un pañuelo a uno policía que la custodiaba, aunque el agente no tenía nada que ofrecerle. Lágrimas que en la sala fueron acompañadas con las de Triana.
Montserrat acabó relatando el congreso provincial del PP en el que muchos pensaban que Javier García Prieto sería elegido presidente provincial de este partido. Pero después de conversaciones con el presidente nacional de la formación, Mariano Rajoy, comprobaron que Isabel Carrasco seguiría ocupando ese puesto. "Y cuando vi que Rajoy no dejaba cambiar a Carrasco, decidí que la iba a matar", espetó. "Iba a seguir haciendo la vida imposible a mi hija", insistió ante preguntas de su abogado de si no era consciente de que eso no estaba bien.
La compra de arma... y un intento frustrado
Entonces comenzó a mirar armas en Internet en el ordenador de su hija, en cuya casa residía casi todo el tiempo, y al comentarle sus planes a Triana, ésta le indicó "que ni se me ocurriera, que no era la solución". Fue cuando viajaron en Gijón en las Navidades de 2012 y entró en contacto con un hombre que por 2.000 euros le vendió un arma que llegaron a probar ("no era tan difícil"), le regaló otra "y una navaja". Y aseguró que Triana ni siquiera supo que la madre disponía de un arma, "se podría pegar un tiro". Al llegar a casa de su hija en León, la escondió en su habituación.
Las balas que había en casa "de años" no tenían "nada que ver" con las nuevas armas adquiridas, "se iban quedando en los traslados" de su marido, primero destinado en Valencia, Carrizo o Gijón y finalmente Astorga. Y de paso, negó haber ensayado en algún campo para disparar, y tenía claro que si disparaba contra Carrasco iba a ser desde cerca, admitió.
Posteriormente, comenzaron los seguimientos. "La vi un día pero no llevaba el arma, si no la hubiera matado". "Yo no necesitaba a mi hija para nada, bastante iba a hacerla yo esto, era lo que me faltaba", remarcó.
"Ese día no sabía que iba a matarla"
"Le dije a mi hija que yo me iba andando", tras la visita de Raquel Gago, la policía local amiga. Y "no lo sabía ni yo" que ese era el día. "Estaba por (el restaurante) La Laborada, ella vive en esa misma calle, iba sola y la veo en el paso de peatones en Condesa de Sagasta. Cuando llegué al paso la llamé (a Triana) que se fuera para el coche, me vio en plan nervioso, me preguntó por qué y le dije he visto a la Carrasco y se va a acabar. Ella me dijo que no, que no hiciera nada, que venía y colgué", relató con sangre fría.
Entonces procuró acercarse a la presidenta. "Cuando llego a la pasarela me acerco a la presidenta, pasaron unos señores (duda varias veces), venía gente, fui más despacio primero y luego más rápido". "Le di en la espalda y luego más, pero no sé dónde", se mostró reiteradamente dudosa. En la huida, "crucé entre los coches" la calle y "tiré el bolso en un garaje, porque no lo necesitaba para nada, no tenía más que la navaja y 50 euros, era normal, no tenía ni huellas ni nada". Vi que por calle Lucas de Tuy venía ella (se refiere a Triana), no hablamos, me seguía porque no quería hablar con ella".
"No estoy arrepentida"
La última pregunta, a modo de resumen, fue directa: "¿Está usted arrepentida?". "No, no estoy arrepentida, mentiría si digo otra cosa. Si no lo hago, iba a ir al entierro de mi hija como a los otros. Si hubiera salido presidente Javier García Prierto yo no la hubiera matado", concluyó antes de levantarse una sesión que no defraudó las expectativas levantadas entre los periodistas y la opinión pública.
La segunda jornada del juicio
Los miembros del jurado del juicio por la muerte de Isabel Carrasco, abatida a tiros el 12 de mayo de 2014, fueron los más madrugadores al acceder hoy a la Audiencia Provincial de León, donde fueron recibidos por el magistrado-presidente, Carlos Fernández, y donde se desarrollarán las sesiones que se prolongarán durante un mes para decidir el futuro de las tres acusadas.
La primera en llegar a la sede judicial fue la agente de Policía Local, Raquel Gago, quien accedió al edificio por la puerta principal poco antes de las nueve menos diez de la mañana, acompañada de su abogado, Fermín Guerrero, y en medio de un amplio despliegue mediático y policial.
A pesar de que el inicio de la sesión estaba previsto para las nueve de la mañana, las otras dos acusadas, Montserrat González y Triana Martínez, madre e hija, no llegaron hasta pasadas las nueve y cuarto, en un furgón policial y procedentes de la prisión de Mansilla de las Mulas. Entraron a la Audiencia por una puerta lateral, ambas con prendas que les tapaban buena parte de la cara y con una parka oscura.
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