La mascarilla ha dejado de ‘montar en autobús’ desde este miércoles, o por lo menos su obligatoriedad en el transporte público ha desaparecido este 8 de febrero, tras la aprobación en el Consejo de Ministros del pasado martes, en el que Carolina Darias, ministra de Sanidad, proponía «eliminar la obligatoriedad del uso de la mascarilla en los transportes públicos. De esta forma, se modificará el Real Decreto del 19 de abril de 2022».
Al respecto, la ciudadanía de Ponferrada ya ha comenzado a hacer uso de la nueva normativa y así lo explican y muestran ante los micrófonos de este medio. Sin embargo, aunque hay usuarios que celebran el fin de la mascarilla en el transporte público (como también en ópticas, centros auditivos y ortopedias), otros aún siguen reacios a dicha nueva posibilidad de viajar sin el ‘cubrebocas’ puesto, considerando que «es demasiado pronto» llegando a afirmar que «me la quitaré cuando se haya acabado la enfermedad», siendo esta posición la más generalizada entre los más mayores de Ponferrada.
Por el contrario, otros usuarios celebran que esta obligación haya sido eliminada por Sanidad. «Es mejor así, que cada uno ahora haga lo que quiera, si quieren ponerla que la pongan y sino pues que no la pongan. Yo cuando vaya mucha gentee en el bús law pondré pero si hay poca gente, no», afirman a InfoBierzo, mientras que en la misma línea dos jóvenes consideran «absurdo» que el uso de la mascarilla siga siendo obligatorio en unos establecimientos y en otros no.
Cabe destacar que la obligatoriedad de la misma sigue estando vigente en centros y servicios sanitarios, en oficinas de farmacia o en los botiquines. También seguirán siendo obligatorias para las personas que trabajen en ellos siempre que estén en contacto con personas residentes y los visitantes cuando estén en zonas compartidas, así como en consultas odontológicas, de fisioterapia y otros centros de atención especializada, como los centros de reproducción asistida.
Ahora queda en manos de la sociedad la decisión de su uso o no, pero lo que está claro es que las caras vuelven a verse en el transporte urbano y en otros servicios.
