Desde la 'clausura' a Facebook: Sor María Encina, el mundo desde la calle del Reloj a la red

Después de 59 años en el Convento de Clausura de las Madres Concepcionistas Franciscanas, ubicado en la histórica Calle del Reloj de Ponferrada, Sor María Encina (María Luisa Pérez, 74 años), natural de San Clemente de Valdueza, ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías y ahora es una usuaria más de las redes sociales, concretamente de Facebook.

11 de Marzo de 2022
Actualizado: 13 de Abril de 2022 a las 15:12
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monja clausura facebook ponferrada
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Después de 59 años en el Convento de Clausura de las Madres Concepcionistas Franciscanas, ubicado en la histórica Calle del Reloj de Ponferrada, Sor María Encina (María Luisa Pérez, 74 años), natural de San Clemente de Valdueza, ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías y ahora es una usuaria más de las redes sociales, concretamente de Facebook. Tanto es así, que madre María Encina, lleva desde el año 2015 sumergida de alguna forma en el mundo de Internet, "cuando celebré las Bodas de Oro, unas primas me regalaron una tablet y un teléfono. Porque a veces el teléfono fijo estaba ocupado y así era más fácil ponernos en contacto", afirma Sor María Encina para InfoBierzo. Todas sus fotografías muestran el patio de este convento, en las que esta berciana sale acompañada por las flores que plantan ella y otra compañera. "Tengo fotos en el patio del convento, porque ahora nos dedicamos a cuidarlo y a plantar las flores, ya que la religiosa que lo cuidaba falleció. Esas fotos que he metido las he hecho yo. La verdad que son bonitas". Pero Sor María Encina, ha dejado "la tablet un poco de lado, porque como tengo el Facebook en el teléfono no necesito tanta tecnología" añadiendo que "en Facebook meto cosas que edifiquen un poco". 

 

Sin embargo, esta hermana natural del Valle del Oza, que entró con 15 años en este emblemático convento, tuvo una buena 'profesora' de redes. " Me enseñó un poquito una hermana que es polaca, y entiende de redes sociales" pero "no tengo mucho tiempo. Lo mínimo, muy poquito", afirma. Así, Sor María Encina utiliza Facebook para estar en contacto con los suyos y cuando llegan fechas de celebración, como los cumpleaños, ella envía una felicitación a través de la plataforma. Pero, se ha encontrado con un problema: "antes sacaba algunas cosas de Google Chrome, cosas de feliz cumpleaños o ramos de flores, pero no sé porque pero ahora no me deja". Aunque, Sor María Encina usa el smartphone para estar también al día de las noticias, "estoy utilizando el móvil para ver como está la situación en Ucrania. Lo estamos viviendo con mucha intensidad. Hemos cooperado dentro de nuestra posibilidad". 

 



 

Esta religiosa Concepcionista Franciscana, tampoco olvida como fueron los tiempos previos a su vinculación con la vida monacal y como decidió dar el paso. "Yo un día le dije a mis padres que quería ser monja, se lo dije a la hora de comida, y tuve por respuesta nada, silencio. Tenía 15 años. Pero a los pocos días, mi padre fue a arar las viñas en San Clemente de Valdueza, para un señor del pueblo, y ese señor tenía 3 hijas monjas en Zafra y 3 hijos sacerdotes Franciscanos que estaban en Bolivia, eran misioneros. Entonces mi padre al llegar a casa, me dijo que había hablado con el Señor Manuel,  que si quería yo ser monja, pues que pasase por su casa. Y mi padre me dijo que fuera a donde Manuel". Sin embargo la vida decidió otro destino para ella, "tenía ya todo arreglado para irme para Zafra, pero una monja de mi pueblo, que estaba en este convento, preguntó por mi cuando mis padres fueron a Ponferrada a comprarme todo el equipo y ya me quedé aquí. Entré en este convento el 17 de agosto de 1963". 

Sin duda alguna, la vida religiosa y la nueva era de las Tecnologías de la Información y Comunicación, pueden ir de la mano perfectamente, pero en su justa medida, porque "lo primero es lo primero". Aunque Sor María Encina viva por y para esta emblemática institución del Casco Antiguo de Ponferrada, el avance cibernético y las nuevas formas de comunicación, no tienen porque ser un problema, sino una vía para mostrar al mundo lo que a cada uno le llena, y le hace feliz. Y, por supuesto, demostrar a la sociedad que todo puede avanzar sin perder la esencia.