Silvia Blanco, directora M.AR.CA: "Los niños deben perder ese miedo que muchas veces los adultos todavía tienen a entrar en los museos"

A unos meses de celebrar su décimo aniversario, el Museo Arqueológico de Cacabelos (MARCA) ya es un referente en la vida cultural de la comarca del Bierzo. "El secreto es el trabajo", dice su directora, Silvia Blanco

28 de Octubre de 2017
Actualizado: 29 de Octubre de 2018 a las 17:14
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IMG_5405 Silvia Blanco, directora del Museo Arqueológico de Cacabelos (MARCA)

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El Museo Arqueológico de Cacabelos (MARCA) lleva en el nombre el ADN de un municipio con más de medio centenar de yacimientos. Pero también le da la mano al arte contemporáneo a través de las exposiciones temporales y la reciente feria. Con el público infantil enganchado a sus talleres y el adulto a sus contenidos etnográficos, su directora, Silvia Blanco, reconoce las dificultades para captar a los adolescentes. Cuando llegó al cargo hace más de cuatro años apenas 50 personas pasaban al mes por el museo. Hoy, a unos meses de celebrar su décimo aniversario, lo hacen en torno a un millar para sumar alrededor de 15.000 visitas al año.

¿Cuál es el secreto del éxito?

Yo creo que el secreto es el trabajo. Intentamos estar muy pendientes de lo que busca el público dentro de lo que es un proyecto de calidad. Y tratamos de atender todas las necesidades: desde niños hasta público adulto pasando por el adolescente, que es complicado para nosotros y para todos los museos. Es un reto poder trabajar con todos esos públicos.

Cuando hablamos de museos pensamos normalmente en ciudades; aquí se ha desarrollado en el medio rural. ¿Cómo convertir eso, que en principio podría parecer una desventaja, en una virtud?

Una de las virtudes es que estamos en un territorio como El Bierzo en el que está todo muy próximo. Sí es verdad que estamos en un núcleo rural y en un municipio de poco más de 5.000 habitantes, pero es un lugar privilegiado que nos permite estar cerca de núcleos importantes como puede ser Ponferrada. Muchos de nuestros visitantes proceden de ahí, o de Villafranca o Bembibre, que son públicos hoy en día muy afines al museo.

Su ubicación está en el paso del Camino de Santiago. ¿De qué manera se puede aprovechar?

El peregrino no es un público que visite el museo. Sí tenemos flujo por ser también Oficina de Turismo, pero apenas un 5% de peregrinos visitan el museo. Vienen con la idea de hacer kilómetros, de parar y descansar. Y en su caso, uno de los puntos míticos es Villafranca del Bierzo, que queda a sólo 7 kilómetros de aquí.

¿Pero sí es aprovechable para una hipotética vuelta?

Ahí sí. Muchas veces hay peregrinos que luego vienen de turistas. Eso sucede en el caso de españoles. En el caso de extranjeros cambia. El extranjero intenta parar. Nuestro flujo más importante es de americanos. Todo lo que tiene que ver con la arqueología les encanta. El americano es un público consumidor de cultura.

Dice que están atentos a inquietudes y preferencias del público. ¿Por dónde pasan?

Muchas veces son muy cambiantes. Lo que hoy tienes aprendido mañana ha cambiado. Yo intento que la programación sea de calidad, divertida, dinámica y didáctica; y que se queden con algo que hayan aprendido. Con los talleres nos pasa lo mismo; no pretendemos hacer la función de los colegios o las escuelas, pero sí dar ese aporte diferenciador siempre tratando dos disciplinas: por un lado la arqueología, que es el buque insignia del museo, y por otro lado la creatividad, que es vital en la vida diaria de cualquiera.

Al museo se le ha ido dotando de contenidos al margen de lo arqueológico. ¿Hasta qué punto tiene que conservar su ADN?

Lo arqueológico es vital aquí. En un municipio que tiene más de 50 yacimientos arqueológicos tiene que ser así. Nosotros intentamos conservar y proteger todo lo que tiene que ver con la arqueología, pero queremos dar un contenido añadido a través de exposiciones, sobre todo de arte contemporáneo, que es con el que estamos conviviendo. Venimos de una laguna de años en los que parece que no se comprendía. Y no podemos vivir hoy en el siglo XXI sin entender el arte contemporáneo.

El MARCA ha dado cancha a autores locales, pero usted dice que no le gusta ser localista sólo por serlo. ¿Con qué criterio se programa esa oferta de arte contemporáneo?

A mí no me gusta ser localista. Estamos viendo hoy con Cataluña a donde nos puede llevar. Me interesa que el público que venga al museo tenga una visión del arte contemporáneo general e intentar traer lo mejor dentro de nuestros presupuestos, que son escasísimos.

El público local sí puede verse identificado a través de los contenidos etnográficos. ¿Se ha conseguido generar sinergias por esa vía?

En ese sentido sí creo que es importante. Hemos estado llevando a cabo unos talleres de etnografía. Hemos ido recogiendo la tradición oral, y me parece importante. Una cosa es que no queramos tener solamente artistas locales, que los podemos ver en Ponferrada o Bembibre. A mí me parece que hay que abrir esos circuitos. Es decir, si un visitante ha visto una exposición en Ponferrada no va a venir a ver la misma exposición ni a Cacabelos ni a Bembibre. Intento diferenciarme en ese sentido. Sí hemos tenido exposiciones como la de ‘Antonio Guerra, la fórmula del éxito’, que era muy localista, aunque era una persona muy conocida en El Bierzo. Y a la gente le sorprendió que se tratara ese tema. O ‘En todas las casas cuecen habas’ pasó absolutamente lo mismo. A la visión de la etnografía hay que darle un toque emocional. Porque nos tiene que llegar y remover nuestras raíces.

En esa dicotomía local/global, el MARCA está muy activo en las principales redes sociales. ¿Qué consiguen con eso?

Sobre todo dar a conocer todo lo que vamos haciendo. Hacemos tantas cosas que a veces da la sensación de que no llega a todo el público. Intentamos estar muy presentes en las redes sociales con más tirón. No concibo un museo del siglo XXI sin estar al día de todo lo que se cuece. Intentamos llegar a todos los públicos.

Los niños se han convertido en un público capital a través de los talleres infantiles. Para muchos de ellos será seguramente la primera vez que pisan un museo. ¿Cómo se les debe dar la bienvenida?

Ha cambiado mucho en los últimos 20 años la concepción de los museos en general. La forma de cambiarlo es a través de la educación y a través de los niños. Los niños tienen que perder ese miedo que muchas veces los adultos todavía tienen a entrar en los museos. Aquí los niños entran pensando en que lo van a pasar bien y van a aprender. Esos contenidos que podrían parecer áridos como el tema de la arqueología los aceptan muy bien de esa forma divertida. Ahora estábamos montando abajo una recreación de una cueva prehistórica. Y si nosotros no nos divertimos diseñando ese taller es muy difícil que lo haga el niño. Nos ponemos en la piel de esos niños y por eso salen esos talleres tan divertidos y didácticos. Y luego da gusto cómo se lo explican a sus padres o abuelos. Los niños tienen una imaginación increíble que vamos perdiendo con los años. Pero si se va trabajando es un potencial porque para cualquier trabajo se necesita la creatividad.

Cuesta más captar a los adolescentes y a los veinteañeros. ¿Hay alguna fórmula para intentarlo?

Como ya llevamos aproximadamente cuatro años y pico trabajando con niños hay algunos que empezaron trabajando en los talleres infantiles y que hoy en día son adolescentes. Y esos niños es muy complicado que vuelvan a pesar de que han conocido un museo dinámico. Ya se dispersan con otras cosas que les gustan más. Hicimos un taller de colaboración con el instituto de Cacabelos en el que la pregunta de inicio era por qué los adolescentes no visitan los museos. Las primeras respuestas eran porque eran un rollo, no hacen talleres que gusten… Según iban haciendo el taller iban cambiando de opinión. Pero incluso esos adolescentes no volvieron al museo. Desde los 15 hasta los 24 años es complicado.

Hay otro sector clave como es la clase política. ¿Cómo se consigue implicar a los políticos cuando la cultura no suele ser la primera prioridad?

Lo principal es la ilusión y contar los proyectos como salen directamente del corazón. Cuando hay una implicación más que personal en los proyectos… puede ser una de las fórmulas para conseguir eso. Pero a veces es complicado.

Pero aquí sí ha habido respuesta, ¿no?

Sí. La verdad es que se ha respondido. Y todo este in crescendo del museo en estos últimos años ha sido también el fruto de ese apoyo.

El caso es que a veces el debate político se focaliza en cuestiones como pedir el regreso de piezas emblemáticas como la Cruz de Peñalba. ¿Se entiende o eso está al margen del día a día de los museos?

La Cruz de Peñalba está en León porque tiene unos niveles de conservación y preservación que a lo mejor aquí sería mucho más complicado tenerlos. Creo que debemos huir de todos esos debates y dejar trabajar a los técnicos. Los políticos intentan traer buques insignias para nuestros territorios, pero creo que la línea está en trabajar el día a día y crear una programación que atraiga a los visitantes. Y muchas veces esas piezas estrella tampoco van a ser la panacea para cubrir programaciones de calidad. Si hay piezas que puedan regresar, bienvenidas sean. Pero no hay que centrarse en esos aspectos.

Hace un tiempo el bibliotecario municipal y exdirector de los Museos de Ponferrada, Jesús Álvarez Courel, planteaba la idea de crear una red comarcal de museos. ¿Sería viable?

Habría que ver en qué condiciones. Es un tema delicado, sobre todo cuando a veces no se tienen las mismas inquietudes a la hora de diseñar las programaciones. Sería cuestión de sentarse y hablarlo.

¿Qué asignaturas quedan pendientes ahora que se acerca el décimo aniversario del MARCA?

Asignaturas pendientes quedan siempre. Me he quitado una espinita con la Feria de Arte Contemporáneo, que nos la llevaban pidiendo artistas desde hace un par de años. Nuestra agenda es complicada por la restricción de personal. Fue un sueño hecho realidad. Tuvo muchísimo éxito. Retos quedan muchos. Hay mucho trabajo en el campo de los museos y en el mundo del arte. Y en El Bierzo más.

¿Cómo van a a celebrar esos diez años que se cumplen en 2018?

Diez años son muchos. Estamos trabajando en la programación del año que viene. Intentamos que haya diferentes disciplinas en las exposiciones. Ya están confirmados artistas de nivel internacional importantes que van a venir a exponer sus piezas en nuestras salas. No puedo adelantar nombres, pero son personas que nos vienen apoyando por el trabajo que venimos realizando. Están deseando unirse a ese décimo aniversario. Nos quedó muy buen sabor de boca con la Feria de Arte Contemporáneo de septiembre. Y ahí surgieron colaboraciones con artistas. Pero sí me gustaría que fuera un año con programación amplia, variada y con nombres importantes en las exposiciones temporales.

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