Tal y como ha explicado China, este sistema artificial de generación de precipitaciones permitiría contribuir a la mejora de la agricultura y, también, sería utilizado para sofocar incendios o mitigar periodos de grandes sequías en el país.
Sin embargo, esta noticia ha hecho saltar las alarmas de toda la comunidad internacional, ya que, este programa ideado por el país asiático y en el que lleva invertidos más de mil millones de euros, podría provocar graves alteraciones en los ciclos de lluvias en otros países y consigo modificaciones en la vegetación y la fauna.
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El método utilizado por el país asiático el cual ya viene desarrollando desde el año 2012 consiste en la instalación de decenas de miles de cámaras de combustión, en diferentes montañas y zonas elevadas de la orografía del país. Dentro de dichas cámaras se quema un tipo de combustible sólido que produciría yoduro de plata, un compuesto químico que tradicionalmente se ha utilizado para la creación de nubes. La acción del viento en estas zonas tan elevadas ayudaría a que las partículas de yoduro de plata, resultantes de la combustión, ascendieran hasta las nubes y de esta forma provocarían un aumento de la nubosidad y, finalmente, la deseada precipitación en forma de lluvia.
Este proyecto en el que China lleva trabajando desde hace años se suma también a los de otros países como por ejemplo EE.UU. que han llegado a invertir sumas millonarias en diferentes experimentos de control meteorológico, especialmente, de las lluvias.