Esta construcción megalítica data de entre finales del siglo V y el III a.C, y en mayo de 2022 fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica, en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Fue descubierto por el arqueólogo alemán Hugo Obermaier en 1926 y se inundó en 1963 para la construcción del pantano de Valdecañas.
Actualmente, a causa de la grave sequía que sufre toda Europa, se encuentra visible en una esquina del embalse de Valdecañas, que está tan solo al 28% de su capacidad. El dolmen constituye un “extraordinario ejemplo de construcción megalítica”, según el Gobierno, por el valor histórico del enclave y la excepcionalidad del conjunto.
Para los arqueólogos, es una oportunidad única de estudiar el conjunto de piedra, ya que ha estado expuesto en solo cuatro ocasiones. Las asociaciones históricas y turísticas locales han abogado por trasladar las piedras del Guadalperal a un museo o a otro lugar en tierra firme. Un grupo de trabajo académico (formado por universidades e instituciones educativas) ha determinado que “el traslado del grupo megalítico supondría una pérdida irreversible del contexto histórico-arqueológico”.
