Se enchufó la maquinaria. La rotativa saca revistas especiales de 'chorradas' adornadas con cabeceras rimbombantes que no dicen nada, y en ella salen análisis de expertos que se prestan y políticos que tienen su tribuna de los (cada vez menos) bares y por tanto también se prestan. Es decir, encima se lo dan hecho.
Y el negocio está en las páginas institucionales que paga el contribuyente. Pero no se crea usted que se conforman con alguna edición impresa al año, o con una tarifa de página comedida. Todo es desorbitado. En este mismo mes de diciembre despacha dos. Ala! ritmo a la imprenta.
Y luego están los Congresos... ahí ya no cabe ni disimulo alguno. Es un evento de sillas vacías, y han sido dos en menos de 4 días por la misma empresa editorial.
Asisten los que pagan (con el dinero de todos), y pagan de forma escandalosa. Si cada silla vacía tuviera puesto un billete que sumara el coste, la cifra de los que pinta nuestro dibujante de cabecera, Daniel Buitrón, se quedaría cortísima. Y en sus streaming no mejoran las cifras, y ahí quedan las reproducciones de Youtube. Todo ese show para 600 reproducciones.
Se pueden promover ideas editoriales paralelas, pero deben hacerse de forma más comedida para el contribuyente y sobre todo con una planificación menos salchichera y evidente en su fin recaudatorio. En definitiva, deben aportar algo, ser eventos creativos y fundamentalmente llegar a gente.
Quizá hayan perdido al público, y siguen en vías de; Quizá hayan perdido la mayor parte de su influencia social, y siguen en vía de; Pero lo que mantienen es una red clientelar que sigue persuadiendo a demasiados representantes públicos de que una cabecera vieja marca unas facturas en el 'debe'.
