De falta de juicio o de tener buen juicio. Lo que está claro es que Ponferrada ha vivido desde el pasado sábado una boda civil, entre Marco Morala e Iván Alonso; y también ha tenido visita la sede judicial de Olegario Ramón, quien ha vuelto a solicitar ya su plaza de funcionario en dichas dependencias.
La semana vino marcada por los reproches entre Olegario Ramón, exalcalde del PSOE, e Iván Alonso, antiguo socios de gobierno del primero, pero que para este mandato ha preferido dar su mano al PP de Marco Morala.
Ha sido como un matrimonio que se rompe, despechados en sus declaraciones.Así, la viñeta de la semana de nuestro dibujante de cabecera, Daniel Buitrón, muestra a Alonso en segundas nupcias con Morala en esa boda civil para la ciudad, y con Olegario también regresando a su puesto de trabajo en el mismo edificio.
Un vaticinio lanzó Ramón: "El bercianismo puede desaparecer, al menos el de Coalición por El Bierzo" y apuntó como causa "dejar entrar a la ultraderecha en el Ayuntamiento". "No sé si finalmente le compensará -a Iván Alonso- el pacto".
Lo hizo en la primera rueda de prensa del PSOE para valorar el nuevo escenario político tras el pleno de investidura.
Horas después, era Alonso quien contestaba, con un rotundo: "el pacto del mandato anterior debió romperse por nuestra parte, pero somos un partido que cumple su palabra y por el interés general del municipio". "Lo que más ha pesado en nuestra decisión es la desconfianza que en nuestro partido genera el Sr. Olegario Ramón". "Tiene que justificarse ante su partido y su electorado pero no a costa de faltar a la verdad".
Reproches, desconfianza, un 'tenía que haberle dejado antes', verdades y faltar la verdad... todo como lo del juicio y buen juicio. Existe desde un punto de vista de experiencia personal, como el método de Descartes, y cuesta mucho discernir un valor absoluto de aquel mundo de las ideas de Platón donde existiría un exacto concepto de 'la verdad' y el 'buen juicio'.
Pero como eso es imposible, los matrimonios se rompén en muchas ocasiones.
La esperanza para los ponferradinos es que, en no pocas ocasiones, cuando uno se ve libre o cuando a uno le dejan, experimenta un cambio personal desde lo físico (eso de ponerse más guapo o guapa) y arriesga en experiencias que hagan ver a los demás que todo ha sido para mejor, sea o no cierto. Y sólo hace falta un recorrido por el Instagram para ello. Quizá en eso, Ponferrada tenga ahora ese cambio que le ponga 'morritos' para los selfies, que se ponga más bonita; y como dicen los ex cuñados "al final hemos ganado todos".
